El cuerpo estaba paralizado.
Un estado de sueño perdurable.
La dureza de las situaciones, se hizo firme y los sentidos, se habían olvidado de sentir.
El oído fue el primero en despertar.
Y la suave melodía comenzó a hacerse espacio.
Fue haciendo el viaje por todo el cuerpo.
La relajación llegaba acompañada de buen ritmo.
Y la piel se quebró, al igual que algunas lágrimas que estaban contenidas.
Se abrió una puerta musical en la que se fue fortaleciendo el ser.
Dejarte llevar, fue la manera natural de fluir.
Las letras que se mezclaban en vos, formaban las canciones que siempre has querido escribir.
Palabras acumuladas por no decirlas a tiempo.
Y en el pentagrama de la vida, te diste permiso para vivir.
Alteraste emociones y creaste pasos para bailar.
Te moviste al ritmo de tus latidos.
Por ahí cerca había una radio que bien sabía hacerte compañía.
Hablaron y dialogaron en silencio.
Las risas llenaron el ambiente y danzaste.
La caparazón se desvaneció y el corazón se permitió sentir.
MARIANO SANTORO