Las olas emocionales llegaban en diferentes formatos y maneras.
Los recuerdos se hacían presente como aquéllas películas en la que ella supo ser protagonista.
Demasiadas historias con pobres finales.
Pero la experiencia dejó huellas que el mar, se está encargando de barrer.
La continuación de los silencios, toman poder.
Y el diálogo interior se confunde con palabras nunca antes dichas.
Lo que no se dijo a tiempo, hoy ya ni siquiera tiene que ser recuerdo.
La soledad habla y se conecta.
Todo el entorno quiere comunicarse y la tristeza no deja escuchar.
El frío llega para recordarnos que hay etapas y estaciones.
Muchas botellas vacías, recuerdos de bebidas y charlas espirituosas.
Mensajes escritos en la piel.
Y la desnudez sincera, que se atreve a seguir soñando.
Las nubes quieren oscurecer el presente de reflexión.
Y siempre podemos recordar alguna canción.
Aferrarnos a la nada que ha sido en el pasado.
Potenciar la fe en ese futuro incierto y real.
Y la vida es tan honesta que en las oportunidades, se encuentran secretos que a veces, dejamos pasar.
Oír el corazón, quizás sea la mejor solución.
MARIANO SANTORO
