Podemos tener gustos diferentes, pensar distinto, escuchar otra música, mirar películas de temática variada, leer libros especiales; pero seguro que sentimos igual.
Sentir la vida y ponerle lo mejor en cada amanecer.
Sentir que al vernos, nos emocionamos por el encuentro.
Sentir que la vela, no importa el lugar en donde se ponga, siempre ayudará en momentos de oscuridad.
Sentir que la lamparita, ayudará para que los sitios en los que habitamos, tengan la suficiente luz para poder sentirnos cómodos.
Sentir que en cada estrella, nos guían esas maravillosas personas que dejaron huellas en nuestra vida.
Sentir que la romántica luna, nos permite soñar, haciéndonos compañía en noches solitarias.
Sentir que el brillante y motivador sol, nos saluda al despertar.
Y sonreímos con fuerza, nos abrazamos con fuerza a nuestra fe; que nos ayuda a creer que por algo especial, estamos unidos bajo esa inmensa palabra llamada amistad.
A todos nos pasan cosas y es bueno saber que ahí, tan cerquita del corazón, van a estar esas personas que brillarán a su manera, para darnos parte de su luz.
Que en esos instantes de oscuridad, hacen mucho bien y logran cicatrizar heridas.
La amistad genuina, sana.
El amor que vive en cada ser, ayuda y motiva a continuar.
Brillemos juntos, porque vamos a obtener mejores resultados.
En cada aporte, se potencia la guía cotidiana.
Con cada rayito de luz, la sonrisa toma más color.
El rostro, se comunica inmediatamente con las emociones y sale a contagiar.
Una bellísima energía circula bajo el ritmo del corazón, para emanar su esencia.
Gracias a los que día a día y más allá de las circunstancias, iluminan nuestra vida.
MARIANO SANTORO