La memoria toma un vuelo directo y se remonta a 30 años atrás.
Una historia que la mayoría del tiempo, vivió en mi mente.
Haber creado una fantasía a la cual le fui agregando pequeñas dosis de ilusiones.
Tengo que reconocer que me hubiera encantado ser protagonista de ese amor adolescente.
Pero la adultez me estaba esperando y a su vez, comenzar a darme cuenta que una pareja se hace entre 2.
Besos que nunca llegaron y que con tan sólo unos cruces casuales, creí que la causalidad me estaba dando un mensaje.
El cerebro inventó un rompecabezas y con cada pieza que se unía, aumentaba el anhelo.
Los misterios del ser humano con deseos de compartir mucho más que momentos.
Edificar desde el cariño hasta llegar a lo que el destino quiera.
Y esos deseos quedan en el recuerdo de un hombre romántico.
Lo que no se vivió, es parte de hojas que ya se tornaron color sepia.
Las estaciones en donde me he bajado para esperar a que llegue alguien o algo que me ayude a destapar mi visión.
Y los juguetes que se fueron quedando en los lugares que eligieron.
Las cartas que se hicieron un espacio en el placard.
Y aquellas 2 fotos, que andan dando vueltas y suelen aparecer para decirme que el romanticismo, va más allá del tiempo.
Los sabios relojes que sólo detienen sus agujas cuando ambos quieren disfrutar.
Algunas lágrimas lograron evolucionar hasta modificar las emociones.
Y el cielo tiene nombre de mujer.
Y ella siempre estará en mí.
MARIANO SANTORO