El arte de reinventarse, de juntar cada uno de los pedazos y animarnos a jugar.
El gran rompecabezas llamado ser.
Y en ese crecer tan sabio, nos enfrentamos a todo lo que alguna vez se quebró.
Unir piezas y unirnos a personas que nos ayuden.
El orgullo del solitario, jugando a ser héroe.
Y está bien el camino de la perseverancia, pero sin las ansias de querer hacerlo por nuestra cuenta.
Contar con relaciones sanas, que nos brinden el apoyo incondicional.
El trabajo emocional, debe ser una constante en lo cotidiano.
Y el abrazo hermano, que va más allá del tiempo.
Ese que no tiene vencimiento y siempre hay espacio para ayudar.
El don divino de dar, sin importar el qué dirán.
Agradecer es merecer desde la humildad.
Calidad y cantidad, en su justa medida.
Alimento de nuestra vida, caricias al corazón.
Bellas melodías, transformadas en canción.
Llamados que dan el presente y es el alma que lo siente.
Piedras de colores que se cruzan con amores.
Los mismos generadores que potencian los valores.
Apreciar el arte y sentirnos vencedores.
MARIANO SANTORO