Hemos soñado con paraísos asombrosos y alguna vez, hasta hemos conocido alguno.
El sol radiante, jugueteaba con la naturaleza para crear nuevos colores en la paleta de la vida.
Y también, nos enfrentamos a tormentas emocionales.
Esas en las que nublaron todo tipo de pensamiento.
Pero sabíamos en lo más profundo de nosotros, que esas nubes eran pasajeras.
Y el viaje, es largo y debemos pasar por diferentes climas.
El estado anímico es clave para poder continuar.
Afrontar cada ambiente y ponerle lo mejor de nosotros.
Y en cada situación, hacer uso de la experiencia para poder salir airoso.
No debemos dejar que la temperatura corporal, nos dañe.
La fiebre que debemos priorizar, es la que se disfruta junto a una pareja.
Viajar por todos los espacios posible.
Respirar el aire que nos motive a investigar, a descubrir lo que nos depara eso llamado destino.
Lograr el balance exacto para que todo sea armónico.
Detenernos en algún instante, para observar y saber si debemos cambiar el rumbo.
La rutina, no lleva a ningún lado.
Y jamás debemos sentirnos perdidos, hay que perseverar a través de la fe.
Todo tiene un mensaje especial y el cuerpo lo siente.
Más allá de las circunstancias, el clima que más importa, es el interior.
MARIANO SANTORO