La fábrica de sueños ha estado abierta demasiado tiempo.
La realidad, le ha permitido cumplir algunos de esos deseos internos.
Noches estrelladas que iluminaban la esperanza de querer algo más que lo básico.
Y la extrema necesidad de sentirse merecedora de ese anhelo.
Dormir, era una tarea cotidiana y no complicaba el descanso.
Ya todo lo negativo, se había alejado lo suficiente para sentir paz.
Y brillar, era tan sólo una parte de la actitud.
El enfrentarse a todo lo que alguna vez imaginamos, sorprende.
Esos pequeños rastros de culpa, de baja autoestima, han hecho lo contrario a lo querido.
Pero la transformación ya estaba presente.
Atrás, queda aquél pasado y agradecemos dar ese paso al costado.
Desprendernos hasta de la vestimenta llamada piel.
El cambio interior, había modificado lo preciso para continuar.
Y la creencia en la divinidad, nos ayudó a elevarnos en todo sentido.
Iluminar el ser, para poder crecer.
Y hacia allá nos dirigimos, guiados por el corazón.
Con la certeza de la fe, que es lo único que realmente importa.
Mariposa o persona, pero siempre desde la esencia.
A volar, porque nos espera un inmenso cielo por descubrir.
MARIANO SANTORO
