Como algo natural; el amor estaba ahí.
Tan cerca que se sentía debajo de la piel.
Y el reflejo más hermoso estaba delante.
Fue cuando me vi a mí mismo.
Pude descubrir episodios de mi vida que ni recordaba.
Me crucé con aquellos amores incompletos que habían dejado huellas importantes.
Me visualicé de todas las etapas y edades.
Reencontré capítulos que había protegido de gente que ya no es parte.
Las emociones dijeron presente, pero no hubo lágrimas.
La simetría pasional estaba en lo que me rodeaba.
Todo tenía forma de amor.
Hasta el aroma de lo que estaba a mi derredor, tenía algo particular.
El perfume de los sentimientos.
Las caricias del destino cuando se cumple una misión.
La llegada de algo anhelado.
La fortaleza del ser potenciado.
El merecido triunfo ganado.
Y todo en modo enamorado.
La belleza de sentirse especial, natural y angelado.
MARIANO SANTORO