El cuerpo añejado, no te impide hacer lo posible por arrodillarte unos minutos.
No existe cansancio cuando se trata de tener un diálogo directo con nuestra divinidad.
Sabemos que ese tiempo es la mejor inversión.
Y si hablamos de educación, has aprendido de los mejores maestros.
La sangre transmite mucho más que valores.
Y no hay precio para la inteligencia emocional.
Honrar las peticiones y darle más relevancia al agradecimiento.
Porque más allá de toda circunstancia, está la perseverancia.
La cultura es mucho más que acumulación de información.
Es compartir y empatizar; es comportamiento y respetar.
Y en ese acto de dar, nos estamos regalando la oportunidad de sanar y amar.
Se curan las heridas, se vuelve a querer y se admira.
Florece y vemos como crece la humildad.
Orar con el alma, calma la ansiedad.
Las manos se unen y se fortalece el ser.
La fe se hace presente en un nuevo renacer.
Se ilumina el ambiente y entra el amanecer.
Toda prueba que llegue, la vamos a vencer.
La real sabiduría, es cuando comenzamos a agradecer.
MARIANO SANTORO