Son constantes las señales que recibimos cada día.
Las mismas que pueden transformar nuestro estado anímico.
La motivación de lo que nos rodea y quiere acariciarnos.
Fluir e inundar el ser y que salga todo a la luz.
Lo más poderoso está en la profundidad y viajar por dentro, es bañarnos en humildad.
Descubrir los deseos y hacerlos realidad.
Ni siquiera nuestra imaginación sabe todo lo que tenemos.
Como un inmenso rompecabezas sentimental en el cual y a través de vivencias, se separan momentáneamente.
Y por los juegos del destino, vamos armando las piezas, con la paciencia que podemos.
Lograr el objetivo y luchando con la ansiedad.
La única verdad es saber esperar.
Todo llega cuando tiene que ser y no según nuestra voluntad.
Interiormente, hay un remolino que intenta confundirnos.
Y todo eso crece y en el momento preciso, se exterioriza.
No es timidez, sino que aprendió a protegerse de lo que sucede afuera.
La velocidad de los pensamientos, no se controla fácilmente.
Y todo está en la mente y se fusiona con el corazón.
El valor de las emociones es lo que nos genera a través del tiempo.
Accionando desde el amor, lo hacemos eterno.
MARIANO SANTORO