Escuchaste tu voz interior y al iluminarse tu cuerpo, saliste a recorrer nuevos espacios.
No buscaste, sino que encontraste lugares en los que deseabas dejar tu huella.
El verde esperanza te hizo una señal y ahí, hiciste tu parada.
Miraste en derredor y tu rostro se lleno de alegría.
Percibiste que algo estaba por nacer.
Sembraste la semilla de tu sabiduría.
La experiencia que se acumuló y te hizo ser quien sos hoy como ser humano.
Tus manos siempre han tenido la forma de ayudar.
Dedicaste tanto tiempo a limpiar tus pensamientos que ellos mismos hoy salen a contagiar bienestar.
Cada etapa de tu vida, la disfrutaste dando lo mejor.
Llegaste al fruto verdadero y esa esencia te convirtió en lo que soñaste.
La realidad era verdad y tus certezas, serían compartidas.
Frases, palabras y recuerdos; remembranzas de vivencias.
Y cuando sentiste que algo te pertenecía, lo cuidaste con el alma.
Proteger a los que te brindan su confianza.
Respetar a los que valoran tu presencia.
Regalar mucho más que momentos, a quienes saben de amistad.
El sol te da la fuerza y te alimenta con su luz divina.
Agradecer y amar todo lo que está por llegar.
MARIANO SANTORO