Somos presos de nuestros miedos. Somos presas de nuestros enemigos. Cada día enfrentamos exámenes para poder ser buenas personas, pero el entorno nos contradice. La basura del mundo nos quiere llevar consigo, nos arrastra hacia el lado negativo y nuestra debilidad nos juega en contra. Somos débiles, sensibles, nos afectan los problemas propios y lo que pasa alrededor. La injusticia está primera en la lista y luchamos para que no triunfe. Cada día nos van cerrando puertas. Esa puertas se llevan los sueños acumulados por años. Cuando al fin, damos 2 pasos hacia la felicidad, nos empujan 3 hacia atrás. Todos vivimos alterados, en diferentes medidas, pero nos hacen tambalear por igual.
Crecimos con la enseñanza de nuestros padres y aún, mantenemos valores y parecen que ya no están de moda; pero no es moda y jamás pasará de moda, todo lo bueno que nos dieron. Nos criaban de otra manera. Todo ha cambiado. Hay momentos en que lo que vemos habitualmente, nos descoloca y no es entendible para nuestro estilo de vida.
No hay recetas si uno no quiere curarse. Todo está en nosotros, en nuestra mente. Esa que no deja de pensar en miles de cosas que quizás ni nos importan, pero las llevamos y nos hacemos cargo. Siempre tendremos ojos para quien necesite ver. Pero no seamos ciegos de lo propio.
Ese maravilloso don de la vista, tendríamos que exprimirlo al máximo. Hay mucho de lo bueno en la vida que vivimos. Ver crecer hijos. Jugar con animalitos. Correr. Sentir. Sentirnos libres. Hay miles de ejemplos y el reto que tenemos por delante es descubrirlos. En el gran juego de la vida, tenemos que vivir como deseamos.
Nos van quitando la fe; pero lo que jamás nos podrán quitar es el creer. Mientras creamos en algo o en alguien, lograremos recuperar lo que nos llena y nos deja satisfechos. Seamos sinceros y fieles con nosotros mismos. Imaginemos que somos y tenemos todo lo que nos hace feliz. Al mentirnos, mentimos al otro. Al obrar de manera equivocada, hacemos mal al otro. Seamos una comunidad y aprendamos a vivir y compartir. Dejemos que nuestro corazón pueda abrazar a esa persona que ha soñado pasar el resto de su vida con nosotros. Sí, porque el amor aún existe y te aseguro que estará por varios siglos más.
MARIANO SANTORO