No es fácil creer cuando uno no puede ver. En un momento en el que estamos verdaderamente mal, algo nos guía. Un buen ejemplo sería esos sueños en donde vamos cayendo y justo nos despertamos antes de estrellarnos, antes de morir.
Somos creados con propósitos, con metas que son mucho más importantes que las propias, pero casi siempre las dejamos pasar; le damos importancia a cosas que no lo son tal. Lo material, lo ponemos por delante y los sentimientos quedan a un lado. Es demasiado peligroso poner en juego el corazón, ya que gracias a ese motor vivimos y no debemos desperdiciarlo.
Creer, porque en algo hay que creer y todos tenemos esa lucecita, esa estrella, ese ángel que nos protegerá por siempre.
Siempre es una palabra extremadamente inmensa, como eternidad. Y siempre tendremos un cielo adonde mirar, siempre podremos cerrar los ojos e imaginar la mejor situación para sentirnos mejor. El poder de transportarnos a cualquier lugar. Hasta es probable que uno de esos ángeles llegue en ese preciso momento en que ya no le vemos sentido a nada y todo empeoró y nos dé el empuje necesario, la palabra adecuada, el mimo y abrazo para contenernos y dejar salir las lágrimas que ya no se bancan tanta angustia. Liberarnos de lo que nos daña, alejarnos.
Hoy es el día ideal para fantasear y volver a creer que todo se puede hacer real.
Alguien te quiere, alguien te adora, alguien te ama y hay alguien que velará por vos y no dejará que nadie ni nada te haga daño. Como un guardaespaldas personal.
Y nunca te abandonará, ya que su misión es cuidarte durante toda tu vida.
MARIANO SANTORO