Cuando alguien le tiene un grado de estimación hacia otro ser, eso es admiración.
Admirar es mucho mejor que ser fanático.
Cuando nos damos cuenta en que la persona a quien le rendimos fanatismo es tan solo un igual a nosotros que por alguna circunstancia ha llegado al punto que nosotros u otro ser lo sigue hasta el extremo, nos hace daño; porque es humano y puede defraudarnos, porque depositamos en él, todo lo que somos.
Al admirarlo, es porque sentimos algo mejor.
Esa otra persona ha llegado a un lugar que quizás estaba en nuestros sueños y por motivos diferentes no lo cumplimos.
Admirar es ver más allá.
Admirar a los que nos dieron la vida, a nuestros padres, por haber hecho maravillas y casi milagros por tenernos y por darnos lo mejor y lo que estaba a su alcance.
Admirar a las personas que hacen el bien por otra gente, que no conocen y tienen un don natural de ayudar, de dar lo mejor de sí; de dar tiempo y las pocas cosas que se pueda hacer, con tal de ver feliz y con una sonrisa a mucha gente.
Admirar a quien nos presta atención, ya que al hacerlo, a ellos le interesa lo que decimos y lo que hacemos y es probable que nos valoren por compartir nuestra intimidad mediante la confianza.
Estaría bueno prestar atención al signo de admiración, ya que está dividido en 2 partes.
Una es la de la barra vertical y otra la del punto.
Nosotros somos como ese punto, que seguimos o admiramos a alguien superior por las cualidades que tengan.
Nosotros mismos somos los que nos ponemos en ese lugar: debajo de.
Pensemos en que en nosotros puede haber muchas cualidades especiales que a nuestro entorno y mucho más de lo que da nuestra mente, podemos hacer el bien o ser admirados.
En la simpleza, aprendemos.
En la humildad nos sentimos a la par de cualquier ser.
En la admiración, valoramos y cuando aprendemos esa enseñanza puede ser eslabón de una gran cadena, ya que está en nosotros poder seguir creciendo y dando mucho a quien se nos acerque.
Saber a quién admiramos es muy importante, conocer lo que ha sido y hecho en su vida, para poder brindarle la admiración necesaria.
De mi parte, admiro a todo aquel que puede hacer el bien sin mirar a quien.
A quien logra dejar huellas en todo ser viviente y lo hace porque ha tenido buenas raices en su vida y las ramas ya fortalecidas, le sirven para abrazar a todos los que necesiten un buen abrazo en el momento justo.
Feliz día del padre y a nuestro padre celestial, por guiarnos cada día y permitir que admiremos lo hermoso que es vivir.
MARIANO SANTORO
Admirar es mucho mejor que ser fanático.
Cuando nos damos cuenta en que la persona a quien le rendimos fanatismo es tan solo un igual a nosotros que por alguna circunstancia ha llegado al punto que nosotros u otro ser lo sigue hasta el extremo, nos hace daño; porque es humano y puede defraudarnos, porque depositamos en él, todo lo que somos.
Al admirarlo, es porque sentimos algo mejor.
Esa otra persona ha llegado a un lugar que quizás estaba en nuestros sueños y por motivos diferentes no lo cumplimos.
Admirar es ver más allá.
Admirar a los que nos dieron la vida, a nuestros padres, por haber hecho maravillas y casi milagros por tenernos y por darnos lo mejor y lo que estaba a su alcance.
Admirar a las personas que hacen el bien por otra gente, que no conocen y tienen un don natural de ayudar, de dar lo mejor de sí; de dar tiempo y las pocas cosas que se pueda hacer, con tal de ver feliz y con una sonrisa a mucha gente.
Admirar a quien nos presta atención, ya que al hacerlo, a ellos le interesa lo que decimos y lo que hacemos y es probable que nos valoren por compartir nuestra intimidad mediante la confianza.
Estaría bueno prestar atención al signo de admiración, ya que está dividido en 2 partes.
Una es la de la barra vertical y otra la del punto.
Nosotros somos como ese punto, que seguimos o admiramos a alguien superior por las cualidades que tengan.
Nosotros mismos somos los que nos ponemos en ese lugar: debajo de.
Pensemos en que en nosotros puede haber muchas cualidades especiales que a nuestro entorno y mucho más de lo que da nuestra mente, podemos hacer el bien o ser admirados.
En la simpleza, aprendemos.
En la humildad nos sentimos a la par de cualquier ser.
En la admiración, valoramos y cuando aprendemos esa enseñanza puede ser eslabón de una gran cadena, ya que está en nosotros poder seguir creciendo y dando mucho a quien se nos acerque.
Saber a quién admiramos es muy importante, conocer lo que ha sido y hecho en su vida, para poder brindarle la admiración necesaria.
De mi parte, admiro a todo aquel que puede hacer el bien sin mirar a quien.
A quien logra dejar huellas en todo ser viviente y lo hace porque ha tenido buenas raices en su vida y las ramas ya fortalecidas, le sirven para abrazar a todos los que necesiten un buen abrazo en el momento justo.
Feliz día del padre y a nuestro padre celestial, por guiarnos cada día y permitir que admiremos lo hermoso que es vivir.
MARIANO SANTORO