sábado, 3 de diciembre de 2011

Aprender para enseñar

Cuando nací, me crié en un barrio llamado Valores.
Todo el día me la pasaba rodeado de Confianza, de Respeto, de Responsabilidad.
Caminé calles empedradas que me enseñaron a que no todo en la vida es tan simple.
Pero las huellas de mi crianza, ya eran un tatuaje en mi ser.
Seguí haciéndome de amistades; de la Fidelidad, de la Alegría y de la Sonrisa.
En ese trayecto, me vi crecer y aprendí mirando.
Un gran espectador de todo lo que sucedía a mi alrededor.
Oía lo que la gente decía.
Mi vida pasaba por altibajos y la Soledad era la que me escuchaba.
He pensado mucho más de lo que he hecho.
Analista nato; pensador extremo.
Me habían comentado que uno de los mejores amigos que uno pueda tener era el Sentimiento.
Lo conocí a una muy temprana edad y me ha enseñado mucho y aún hoy, lo sigue haciendo.
Ya es parte de mí.
Mis ojos han sido testigo de momentos inolvidables en los que he sido un buen alumno.
Todos los días somos alumnos, maestros y a la vez directores.
Jamás dejaremos de ser estudiantes, porque cada día tiene sus sorpresas y sus maravillas para poder creer que siempre hay algo mejor.
Las pruebas que nos tomarán sirven para saber si siendo alumnos aprendimos y si tuvimos tiempo de hacer la tarea, que es el vivir de la mejor manera y no dejarla pasar sin hacer nada.
El estancamiento no te deja avanzar.
Con cada ser que se nos cruza en la vida aprendemos y será siempre así.
Cada amor que tenemos es como un cuaderno nuevo y tratamos de dejar lo mejor y hacer buena letra.
Podríamos borrar lo que escribimos alguna vez y hasta podríamos romper alguna hoja, pero ese cuaderno es nuestra vida y no debemos permitir equivocarnos.
Tengamos paciencia y miremos todo lo que nos sucede desde otra perspectiva.
Aprendamos a ser mejores personas para poder enseñar nuestros nobles actos en todo lo que hacemos.
Aprendamos a amar de manera incondicional, para enseñar que la felicidad está en dar sin esperar a cambio.
Aprendamos a enseñar y enseñemos que haciendo el bien, una enorme sensación de paz nos llena el alma.
MARIANO SANTORO