El mensaje que dejamos no son las palabras que muchas veces pronunciamos, ya que nuestros estados anímicos se alteran y no siempre estamos igual.
Muchas veces nos dejamos llevar por los impulsos y salen palabras y hasta incluso gestos que no nos caracterizan y nos sorprenden.
Esa magia tan rara que es lo que nos transforma en quien no somos.
Situaciones que nos perjudican y antes de quedarnos callados, hablamos y decimos palabras que nos hacen arrepentir; pero no siempre por hacer daño, sino por defendernos.
Siempre aparece alguien que nos envidia o que nos perjudica y eso no nos pertenece, solo es un acto reflejo para no dejarnos usar.
Alrededor de cada uno hay gente que no nos es útil, que solo están para molestar y no es cuestión de ir pidiendo perdón o disculpas cuando lo único que hicimos fue ser nosotros mismos, sin máscaras, sin personajes; solo somos lo que somos aunque a muchos no les guste.
Tener amistades de relleno, no llenan y no ocupan un lugar, sino que molestan en ese lugar ya que puede haber personas que realmente nos valoren y sepan quién somos.
La adultez no pasa por la edad que tenemos sino por los actos y el modo de desenvolvernos en la vida.
Todos los días tenemos mensajes de la vida.
El destino nos habla en silencio y debemos hacer lo posible para comprender lo que nos dice.
Cuando estamos con alguien, los mensajes los recibimos a través del cuerpo; la sola presencia de tener a alguien delante y sentirnos cómodos, hace que nuestro cuerpo se exprese.
Todo lo que dice nuestro corazón cuando extrañamos a alguien; lo que decimos sin hablar y tan solo abrazando a un amigo; lo que dice el mirarnos a los ojos luego de una pelea sin sentido y al vernos, nos sonreímos y nos damos cuenta que nos estábamos perdiendo la gran oportunidad de ser amigos y dejar lo malo atrás.
No es necesario vivir con rencores, simplemente se sacan.
Si hubo discusiones, se enfrentan para darles soluciones; no para seguir sumando problemas.
Cuando nos encontremos en situaciones que nos pueden hacer mal, es necesario tener paciencia y no es fácil obtenerla.
Pero si durante un minuto pensamos en todo lo negativo que nos podría dejar, no haríamos lo que hacemos sin esta tranquilidad que trae la paciencia.
Ese estado de reflexión en el que si queremos progresar, todo lo que digamos o nos digan, nos hace involucionar; nos empuja hacia atraás, nos tira para atrás y tomar fuerza y arrancar otra vez, nos costará el doble.
Todo se logra con un buen diálogo; pero tiene que haber 2 lados, 2 partes, 2 personas y es inmenso lo que se puede conseguir; pero sin negociar, sin hacer canjes.
No somos un objeto que recibe golpes y nos quedamos callados; pero si es lo que recibimos, está muy bien defender nuestros principios.
Miremos hacia adelante teniendo en cuenta lo que hicimos en nuestro pasado, eso es experiencia, eso se llama vida.
Ojalá dejemos un hermoso mensaje, aunque del otro lado les cueste entenderlo, pero la vida, se encarga de hacer y hacernos reconocer por todo lo que damos y hacemos por el prójimo.
MARIANO SANTORO