Diariamente consumimos una inmensa cantidad de energías y recuperarlas, no es tarea fácil.
Nuestro entorno pocas veces nos ayuda y la complicación, aumenta.
Pero no hay impedimentos que salgan de nuestro ser.
Nuestra presencia en algún sitio, nos puede desgastar, pero la esencia, es lo que debemos proteger.
Uno de los máximos proveedores de energía es el mar; el agua que nos renueva y nos limpia, incluso de toda la maldad acumulada.
La ondulación de las olas es como nuestra vida, nunca está en plena quietud.
La paciencia nos aleja de la ansiedad.
El equilibrio emocional nos permite estar centralizados.
La mente, merece detenerse en algún momento.
Dejarnos llevar, pero nunca por la corriente.
Nadie tiene control de nuestra vida y de lo que hacemos.
La libertad del ser es lo que nos permite estar en paz.
Ser y estar.
Ver y amar.
Besemos la arena que se acerca a nosotros y la que nos permite mezclarnos con su suavidad.
La fragilidad del tiempo es lo que hace que cada instante sea mágico.
La magia de vivir y sentir.
La gran pareja de la vida es el sol y la luna, que cada una nos brinda su ayuda y son el ejemplo de la incondicionalidad.
Pocas veces se juntan y a la vez, su amor es inmenso e intenso.
Todo es energía y todos somos parte de un mar gigante.
El mar del amor.
El mar en el que cada día queremos bañarnos y disfrutar de las gotas de sabiduría; de sentir que podemos dar y hacer mucho más en cada acto.
El secreto de disfrutar de la energía es fluir como el agua.
Habrá cosas que nos resbalarán y servirán para fortalecer lo que realmente sirve en nosotros.
Recargar para seguir camino.
El mar es lo más grande que existe y que no tiene límites.
El mar, está dentro de amar y es infinito todo lo que tiene para nosotros.
Cuando miramos a otra persona, nos descubrimos y vemos que la felicidad es posible; que al mirar otros ojos, las lágrimas ya no son de tristeza, sino que son gotas de mar, de amar.
Necesitamos agua para saciar la sed; nuestro cuerpo necesita del agua para limpiarnos.
Necesitamos energía para vivir y seguir creyendo.
Seamos buceadores de felicidad.
Todo el poder del mar está a nuestro alcance.
Disfrutarlo está en nosotros.
Amarlo, es una obligación y también somos dueños de ese poder.
La energía de amar, está en nuestro mar interior.
MARIANO SANTORO
Nuestro entorno pocas veces nos ayuda y la complicación, aumenta.
Pero no hay impedimentos que salgan de nuestro ser.
Nuestra presencia en algún sitio, nos puede desgastar, pero la esencia, es lo que debemos proteger.
Uno de los máximos proveedores de energía es el mar; el agua que nos renueva y nos limpia, incluso de toda la maldad acumulada.
La ondulación de las olas es como nuestra vida, nunca está en plena quietud.
La paciencia nos aleja de la ansiedad.
El equilibrio emocional nos permite estar centralizados.
La mente, merece detenerse en algún momento.
Dejarnos llevar, pero nunca por la corriente.
Nadie tiene control de nuestra vida y de lo que hacemos.
La libertad del ser es lo que nos permite estar en paz.
Ser y estar.
Ver y amar.
Besemos la arena que se acerca a nosotros y la que nos permite mezclarnos con su suavidad.
La fragilidad del tiempo es lo que hace que cada instante sea mágico.
La magia de vivir y sentir.
La gran pareja de la vida es el sol y la luna, que cada una nos brinda su ayuda y son el ejemplo de la incondicionalidad.
Pocas veces se juntan y a la vez, su amor es inmenso e intenso.
Todo es energía y todos somos parte de un mar gigante.
El mar del amor.
El mar en el que cada día queremos bañarnos y disfrutar de las gotas de sabiduría; de sentir que podemos dar y hacer mucho más en cada acto.
El secreto de disfrutar de la energía es fluir como el agua.
Habrá cosas que nos resbalarán y servirán para fortalecer lo que realmente sirve en nosotros.
Recargar para seguir camino.
El mar es lo más grande que existe y que no tiene límites.
El mar, está dentro de amar y es infinito todo lo que tiene para nosotros.
Cuando miramos a otra persona, nos descubrimos y vemos que la felicidad es posible; que al mirar otros ojos, las lágrimas ya no son de tristeza, sino que son gotas de mar, de amar.
Necesitamos agua para saciar la sed; nuestro cuerpo necesita del agua para limpiarnos.
Necesitamos energía para vivir y seguir creyendo.
Seamos buceadores de felicidad.
Todo el poder del mar está a nuestro alcance.
Disfrutarlo está en nosotros.
Amarlo, es una obligación y también somos dueños de ese poder.
La energía de amar, está en nuestro mar interior.
MARIANO SANTORO