Paciencia, frenar, descansar, detenerse unos instantes para contemplar la naturaleza.
Cuando hacemos nuestras tareas, debemos disfrutarlas cada una de ellas.
Como si se tratase de algo que jamás hemos vivido en carne propia.
Sorprendernos y maravillarnos en cada segundo.
Lentamente es llenarnos por dentro, es dejar pasar todo lo necesario para sentirnos plenos y que el corazón se ensanche de emoción.
Aunque la velocidad mundana quiera empujarnos; de esa manera no llegaremos rápidamente; sino que no disfrutaremos lo que se presente.
En todos los aspectos, debemos estar preparados; tomar conciencia que nuestro ser tiene sus propias necesidades pero mediante los impulsos y la ansiedad; no estaríamos sintiendo el verdadero significado de lo que llegue a nuestras vidas.
Es como amar en cámara lenta; percibiendo cada detalle; cada aroma y mirada.
El amor es el mejor ejemplo para definir las cosas más importantes de la vida.
Y amar lentamente, es tener seguridad en uno mismo y en lo que hacemos.
La rapidez queda en cualquier lado y no se valora ni la situación, ni a la persona.
Lentamente es cuando al trabajar, nos tomamos ese tiempo imprescindible para no equivocarnos y al tener la mente relajada, nuestra tarea sale bien.
Lentamente cae una gota de agua y va colmando nuestro cuerpo, nos alivia de la sed y la sed, también puede servir como ejemplo para todo lo que queremos sumar a nuestra vida.
La felicidad llega en pequeños instantes.
Un amanecer se disfruta en cada segundo y a la vez, nos maravilla y emotiva los constantes cambios que se generan.
Lentamente es poner lenta nuestra mente y dejar que todos nuestros sentidos se eleven y profundicen el mensaje que tenemos que recibir.
Lentamente abrimos nuestro corazón para brindarlo a la persona que estamos empezando a amar.
Lentamente la raiz comienza a hundirse en la tierra para lograr la futura firmeza del árbol de la vida.
Ese árbol que somos nosotros y dejamos crecer nuestras ramas y al amar, los pequeños capullos de amor, florecen y deslumbran a todo aquél que sepa entender y comprender el verdadero sentido del amor.
El sentido de saber que cada uno tiene una misión y que somos una inmensa luz para iluminar caminos, que lentamente nos llevarán a nuestro paraíso personal.
MARIANO SANTORO
Cuando hacemos nuestras tareas, debemos disfrutarlas cada una de ellas.
Como si se tratase de algo que jamás hemos vivido en carne propia.
Sorprendernos y maravillarnos en cada segundo.
Lentamente es llenarnos por dentro, es dejar pasar todo lo necesario para sentirnos plenos y que el corazón se ensanche de emoción.
Aunque la velocidad mundana quiera empujarnos; de esa manera no llegaremos rápidamente; sino que no disfrutaremos lo que se presente.
En todos los aspectos, debemos estar preparados; tomar conciencia que nuestro ser tiene sus propias necesidades pero mediante los impulsos y la ansiedad; no estaríamos sintiendo el verdadero significado de lo que llegue a nuestras vidas.
Es como amar en cámara lenta; percibiendo cada detalle; cada aroma y mirada.
El amor es el mejor ejemplo para definir las cosas más importantes de la vida.
Y amar lentamente, es tener seguridad en uno mismo y en lo que hacemos.
La rapidez queda en cualquier lado y no se valora ni la situación, ni a la persona.
Lentamente es cuando al trabajar, nos tomamos ese tiempo imprescindible para no equivocarnos y al tener la mente relajada, nuestra tarea sale bien.
Lentamente cae una gota de agua y va colmando nuestro cuerpo, nos alivia de la sed y la sed, también puede servir como ejemplo para todo lo que queremos sumar a nuestra vida.
La felicidad llega en pequeños instantes.
Un amanecer se disfruta en cada segundo y a la vez, nos maravilla y emotiva los constantes cambios que se generan.
Lentamente es poner lenta nuestra mente y dejar que todos nuestros sentidos se eleven y profundicen el mensaje que tenemos que recibir.
Lentamente abrimos nuestro corazón para brindarlo a la persona que estamos empezando a amar.
Lentamente la raiz comienza a hundirse en la tierra para lograr la futura firmeza del árbol de la vida.
Ese árbol que somos nosotros y dejamos crecer nuestras ramas y al amar, los pequeños capullos de amor, florecen y deslumbran a todo aquél que sepa entender y comprender el verdadero sentido del amor.
El sentido de saber que cada uno tiene una misión y que somos una inmensa luz para iluminar caminos, que lentamente nos llevarán a nuestro paraíso personal.
MARIANO SANTORO