martes, 19 de marzo de 2013

Mi destino

Mi destino es el camino que Dios ha elegido por mí anteriormente y yo, lo pude encontrar.
La solidaridad es parte de esta misión que me tocó y acepto con mi corazón.
Cada obra, acto y todo lo que salga del corazón, es por y para los demás, ya que al verlos felices, me reflejo en ellos y esa alegría, me incentiva y motiva a ir por mucho más.
Los retos de la vida, no deben ser temidos, ya que no existe miedo cuando uno ya conoce el camino y lo transita con su propio brillo.
No es necesario utilizar personas para que me ayuden a brillar; tengo mi propia fuente de energía en mi interior.
Las épocas cambian, las costumbren cambian y nosotros, crecemos.
Tiempos virtuales, realidades verdaderas.

Tengo la gran satisfacción de saber el verdadero significado de la amistad, ya que ella me alejó de la soledad y me da el poder de la comunión y estar unido a un inmenso grupo de personas humildes y sanas.
Las veces que veía un pequeño punto en mi horizonte, busqué la manera de comenzar a unir; porque no me quedaba con ese punto, sino que le sumaba los valores con los que fui criado.
Cada sentimiento verdadero y profundo que me daba la fortaleza para seguir, es lo que hoy cosecho.
He aprendido a sembrar hermosos corazones y por eso, hoy estoy lleno de amor.
La palabra correcta es:
Gracias!
Los momentos vividos son la gran experiencia de vida que me llena de alegría.
Todo camino ha sido creado con piedritas que uno las usa según su sabiduría.
Muchas veces he querido agarrar unas cuantas y arrojarlas al lugar que sea.
Las broncas acumuladas, nos llevan por mal camino y yo, siempre opté seguir el que es mi destino.
Puedo correrme un poquito pero sé cual es mi meta.
Mi corazón quiere sentir la felicidad de hacer lo que sienta.
Mi cuerpo en su totalidad es quien contiene ese hermoso motor de vida que me ayuda a seguir.
Y mi Dios, el que siempre está y me observa y me da ese guiño cómplice para que me quede tranquilo, que no tengo que temer lo que esté por venir.

Mi destino es ese que comencé a escribir cuando Dios me puso hojas en blanco por delante.
Aprendí a escribir y descubrirme, viajé por cada lugar de mi ser y luego, salía a vivir y encontrarme con el mundo real; fui sabiendo mezclar los condimentos para darle sabor a lo que estaba planificando, ya que se trataba de mi vida.
La escritura hizo leerme y saber que había algo en mí que era solidario.
Mi destino, es tan bello como la mejor imagen que uno haya soñado y se la encuentra en la realidad.
Todo es tan real, porque mi ser es sincero y honesto.
Disfruto de dar mis pasos, a veces son lentos y algunas veces me dan ganas de adelantarme; porque sé que ese horizonte, está tan cerca que me lleno de alegría por saber que estoy haciendo lo correcto.

MARIANO SANTORO