domingo, 3 de marzo de 2013

Dosis de amor

Uno de los sentimientos más profundos que tiene el ser humano, es expresar amor; esa palabra que con el tiempo ha perdido la verdadera validez y el sentido; pero las personas de buen corazón saben muy bien de qué se trata.
Querer a alguien, sentir que esa persona nos hace falta y no para sostener algo tambaleante, sino que lo deseamos porque estamos convencidos que será productivo para nuestro crecimiento.
Todo es un gran aprendizaje y algunas personas, sumándolas a nuestra vida, nos hacen ser mejores, nos permiten sentirnos de una manera especial.
Tenerle cariño y dejar salir lo mejor de nosotros para ofrecerlo incondicionalmenete, sabiendo que a quien lo reciba le hará bien, nos satisface interiormente.
Todo lo que somos por fuera, es producto de nuestro interior; de lo que estamos viviendo en este presente que nos regala Dios.

Lo que nos une a otra persona es mucho más que la atracción física; no se trata de cosas materiales, sino que existe una conexión que nos deja ser quien en realidad somos.
Compartir momentos e historias; compartir risas y anhelos; compartir la vida, que se basa en instantes continuos.
Esos instantes en los que debemos hacer lo que el corazón nos diga, aunque aparezca ese gran defecto de la adolescencia que aún mantenemos y se llama timidez.
No debemos temer por expresar lo que sentimos, pero siempre que no nos llegue a afectar, ya que no todo resultado es acorde a nuestra voluntad.
La adultez, se basa en entender y comprender que no todo lo deseado, puede ser para nosotros.
Las personas no se adueñan de otras personas, sino que se amoldan, se adaptan y dan lo mejor de sí mismos para que esa unión haga un solo ser.

El hecho de estar con alguien, no determina que sea algo recíproco.
Cuando uno elige compartir su vida con alguien, entre ambos deciden y de ahí en más, comienzan a conjugar el verbo amar.
Lo siguiente, es comenzar a trabajar en esa palabra para que no se torne rutinaria o costumbrista.
Nadie ha dicho que sea tarea fácil y eso es lo que nos provoca la adrenalina de querer progresar y perfeccionar la relación.
Cada día, necesitamos una dosis de amor; comenzando con nosotros hasta lograr el efecto deseado y luego, ver los resultados.
El diálogo, imperdible e infaltable en cada relación, es lo que marcará y dejará esas huellas que a la larga, pueden llamarse relación.
El mejor remedio, la mejor vacuna, el mejor incentivo, es sin dudarlo, el amor.
Es lo que nos salva, lo que nos une y lo que nos alimenta cada día.
El amor es lo que nos da la superviviencia.

Expresar lo que no tiene palabras, con actos que salen naturalmente y desde las entrañas.
Si en la matemática del amor, el resultado no es 2, no sirve repetir historia!

MARIANO SANTORO