Animarse, es un paso similar a intentar o probar.
Creemos que por haber pasado alguna circunstancia negativa, todo el mundo se viene abajo.
Y lo único que baja, es quizás nuestra autoestima.
Porque cuando realmente queremos algo, desde lo más profundo de nosotros, sabemos que se puede lograr.
Hay cosas que se pierden y no se recuperan jamás.
Hay dolores, que uno quiere mantenerlos toda su vida a modo de souvenir.
Pero acumular cosas negativas, no nos suma.
La cantidad que se junta, no hace calidad.
Vamos dejando atrás, momentos increíbles que si sabemos encontrarle valor a la vida, los mantendremos en nuestros mejores momentos.
El ánimo de amarse, es animarse.
El ánimo de quererse, es no abandonar nuestros valores.
No podemos seguir poniendo a la culpa en diferentes lugares, como para correrla de nuestra vida.
De lo único que deberíamos arrepentirnos es de no haber hecho lo que sentimos.
La vida no se basa en el qué dirán.
Uno no es lo que dicen, sino lo que hace y deja a través de sus huellas.
Y habrá muchos que no valorarán esas huellas, esas marcas que en algún momento les ha servido.
Los buenos ejemplos al igual que las acciones, no se descartan.
No somos reciclables y hay cosas que en una persona no cambian.
Pero algunas costumbres pueden ser modificables.
Cuando nos permitimos dialogar y expresar mucho más que broncas, se obtienen cosas inesperadas, porque estamos tan acostumbrados al maltrato, que cuando vemos una mano que se acerca, tememos que nos haga daño.
Y el daño nos lo hacemos nosotros al no animarnos a hacer lo que sentimos, sin tener que pedir permiso, porque la libertad es uno de los dones más preciados.
Acaso no es hermosa la sensación de animarse a sentir?
Tenemos que empezar a rebelarnos contra lo que opinen, con todo lo que nos quieran prohibir.
Las limitaciones las marca el ser humano, pero es el corazón quién decide.
Los sentimientos, los recuerdos que han sabido hacernos ser quien somos hoy; esa personalidad que fuimos edificando y fortaleciendo, con pruebas y contras, pero es parte de nuestro logro personal.
Todo lo que teníamos guardado en la mente, no sirve para colección.
Lo que se ama, queda grabado en el alma.
Los nervios y las situaciones que nos descolocan, duran lo que nosotros le permitimos.
Por eso, podemos modificar constántemente lo que consideramos que está mal.
Recuperar lo que ha sido productivo.
Encontrarnos con todo lo que nos ha sabido traer alegría a nuestra vida.
Vivir, cada momento disfrutando y creyendo que habrá muchos más.
Animarse, es traspasar una puerta dejando atrás lo que nos ha dañado y a la vez, es limpiarnos para dejar todo lo bueno que hemos tapado y cubierto con pensamientos que salieron de los impulsos.
Animarse, es darle el tiempo necesario para poner en la balanza lo correcto de lo que se tiene que dejar.
Animarse, es ayudarnos a crecer, a seguir, a sentir.
MARIANO SANTORO
Creemos que por haber pasado alguna circunstancia negativa, todo el mundo se viene abajo.
Y lo único que baja, es quizás nuestra autoestima.
Porque cuando realmente queremos algo, desde lo más profundo de nosotros, sabemos que se puede lograr.
Hay cosas que se pierden y no se recuperan jamás.
Hay dolores, que uno quiere mantenerlos toda su vida a modo de souvenir.
Pero acumular cosas negativas, no nos suma.
La cantidad que se junta, no hace calidad.
Vamos dejando atrás, momentos increíbles que si sabemos encontrarle valor a la vida, los mantendremos en nuestros mejores momentos.
El ánimo de amarse, es animarse.
El ánimo de quererse, es no abandonar nuestros valores.
No podemos seguir poniendo a la culpa en diferentes lugares, como para correrla de nuestra vida.
De lo único que deberíamos arrepentirnos es de no haber hecho lo que sentimos.
La vida no se basa en el qué dirán.
Uno no es lo que dicen, sino lo que hace y deja a través de sus huellas.
Y habrá muchos que no valorarán esas huellas, esas marcas que en algún momento les ha servido.
Los buenos ejemplos al igual que las acciones, no se descartan.
No somos reciclables y hay cosas que en una persona no cambian.
Pero algunas costumbres pueden ser modificables.
Cuando nos permitimos dialogar y expresar mucho más que broncas, se obtienen cosas inesperadas, porque estamos tan acostumbrados al maltrato, que cuando vemos una mano que se acerca, tememos que nos haga daño.
Y el daño nos lo hacemos nosotros al no animarnos a hacer lo que sentimos, sin tener que pedir permiso, porque la libertad es uno de los dones más preciados.
Acaso no es hermosa la sensación de animarse a sentir?
Tenemos que empezar a rebelarnos contra lo que opinen, con todo lo que nos quieran prohibir.
Las limitaciones las marca el ser humano, pero es el corazón quién decide.
Los sentimientos, los recuerdos que han sabido hacernos ser quien somos hoy; esa personalidad que fuimos edificando y fortaleciendo, con pruebas y contras, pero es parte de nuestro logro personal.
Todo lo que teníamos guardado en la mente, no sirve para colección.
Lo que se ama, queda grabado en el alma.
Los nervios y las situaciones que nos descolocan, duran lo que nosotros le permitimos.
Por eso, podemos modificar constántemente lo que consideramos que está mal.
Recuperar lo que ha sido productivo.
Encontrarnos con todo lo que nos ha sabido traer alegría a nuestra vida.
Vivir, cada momento disfrutando y creyendo que habrá muchos más.
Animarse, es traspasar una puerta dejando atrás lo que nos ha dañado y a la vez, es limpiarnos para dejar todo lo bueno que hemos tapado y cubierto con pensamientos que salieron de los impulsos.
Animarse, es darle el tiempo necesario para poner en la balanza lo correcto de lo que se tiene que dejar.
Animarse, es ayudarnos a crecer, a seguir, a sentir.
MARIANO SANTORO