jueves, 19 de septiembre de 2013

Salir de uno mismo

Llega un momento en nuestras vidas que la rutina quiere adueñarse de nosotros.
Vivimos en lugares con tanta velocidad que el frenarse, lo vemos como estancamiento.
Vamos acumulando energías no positivas y el cuerpo, junta hasta que llega el día que nos muestra una factura, un recibo por el cual, se las quiere cobrar.
Cada uno y a su manera, ve logros en su vida y a la vez, tiene problemas.
Eso, nos lleva a encerrarnos, a creer que lo que nos está pasando es por algo en especial que realmente no tiene nada de especial o maravilloso, como para que venga a nosotros, pero llega.
Y ahí, es cuando tratamos de sacar la capa de superhéroe y arreglar lo que nos pasa.
Mientras, el mundo sigue girando.
Y nos vamos quedando atrás.
Esto no significa que alguien nos gana, sino que tenemos tanto por solucionar, que dejamos pasar algunas cosas.
La velocidad mental, supera a la del cuerpo.
Pensamos más de lo que debemos y se va formando un espiral que nos va encerrando.
Llegando al fondo, ya no miramos más hacia abajo, porque es el lugar en el que estamos y sólo queda una única solución:

Salir de uno mismo.
El viaje hacia lo más profundo, se hace cuando queremos encontrarnos de verdad.
Cuando nos damos cuenta que el mundo no gira como queremos y es saludable darse cuenta, porque es una realidad.
El mundo tiene que hacer su trayecto y cada persona, tiene que cumplir su misión.
Saliendo de nosotros, podemos ver en perspectiva y descubrir lo que por estar tan cerca de los problemas, no veíamos la salida posible.

Salir de uno mismo es observar a los que nos rodean y poder encontrar a muchos que están en la misma.
Y ahí es cuando surge la solidaridad.
Es cuando la luz ajena, nos ilumina y nos permite destapar nuestra propia luz que estaba cubierta por capas de vendajes que dejamos que nos cubran.
Nos ha faltado objetividad, porque confiamos y creímos.
Y está muy bien creer, porque eso fortalece nuestra personalidad.
Y la seguridad es reconocer que queremos salir de uno mismo para seguir aprendiendo y descubrir los regalos de la vida.
Decidir ser felices.
Elegir lo que nos haga felices.

Porque en la felicidad, se encuentran varios secretos y misterios que al poder abrazarlos, comprendemos mucho más y nos hacemos más sabios.
El planeta que habitamos está en un espacio.
Nosotros, los humanos, debemos tener nuestros propios espacios.
Y en cada espacio, en cada vacío, debemos llenarlo con sabiduría.
Y no se aprende en un día ni en un curso acelerado.
Porque no es cuestión de apurarnos, porque el camino elegido seguirá estando.
Salir de uno mismo es mirarnos desde otro lado.
Es darle prioridad al alma y a ese ser superior que nos guía, extender nuestras manos y toda nuestra existencia, porque esa es la experiencia, de la cual saldremos ganando.

Salir de uno mismo es entender que podemos convivir con otras personas y cada una con su manera de ver la vida.
Y es mucho más interesante, que esa misma vida, nos mire y vea que estamos viviendo de la mejor manera posible.
Porque vida es regalo, vida es nacer, vida es aprender.
Al salir de uno mismo, nos elevamos.
Y ya dejamos de ser sólo un cuerpo, sino que somos algo con mucho más valor.
En la esencia de nuestra existencia, florece y crece el ser que tanto amamos y somos nosotros mismos, reflejados en las personas que amamos.

MARIANO SANTORO