Una vida redonda.
Un ciclo eterno donde estamos unidos por la conexión del amor.
Un planeta que nos refugia y una vida ofrecida por Dios para acompañarnos en el camino.
Un grupo de jóvenes unidos por el lazo de la esencia verdadera.
Inocencia que da paso a la experiencia.
Sabiduría del corazón.
Miradas con un destino fijo.
Abrazos que fortalecen y nutren nuestro ser.
Una vida redonda, un sinfín de caminos que a la vez, hacen uno solo.
Cerrando el círculo de la amistad y abriendo el cariño que crece a través de los años.
Y la naturaleza es sabia, porque con su duro aprendizaje nos permite reencontrarnos.
Un encuentro con nosotros mismos y con lo que sentimos.
Dejamos salir algunas lágrimas motivadoras porque el alma tiene dolor de una pérdida, pero el encuentro es lo que une cuando hay algo quebrado.
Historias que escuchamos con ganas de querer saber más.
La alegría de poder ver más allá de lo que ven nuestros ojos.
El alma siente que era momento de encontrar a sus pares.
Porque para una vida entera y completa, deben estar todas las piezas unidas.
Fuimos sembrados con buenas semillas que Dios ha sabido plantar.
Y crecimos interiormente y somos parte del gran árbol de la sinceridad.
Las ramas emocionales saben extenderse hasta alcanzar a quien lo necesite.
Una vida redonda, donde las pequeñas anécdotas hacen un gran pasado y hoy, son las que miran hacia un futuro.
Y nos volvemos a ver y miramos el corazón que creció sano y aprendió las dificultades de la vida, las que nos hacen crecer y mirar hacia esa luz que nos guía.
Una estrella hermosa que ya comenzó a brillar nuestro camino, porque nació para dejar huellas a sus almas amigas.
Una vida redonda que nos lleva a nuestros comienzos y nos une para seguir creciendo.
Hay amor, hay deseos, hay sentimientos y hay amistad sana.
Hay fe y hay un Dios que nos da un mensaje que solo el corazón entiende.
Un rosario de emociones que afirman el lazo que nos mantiene eternamente.
MARIANO SANTORO
Un ciclo eterno donde estamos unidos por la conexión del amor.
Un planeta que nos refugia y una vida ofrecida por Dios para acompañarnos en el camino.
Un grupo de jóvenes unidos por el lazo de la esencia verdadera.
Inocencia que da paso a la experiencia.
Sabiduría del corazón.
Miradas con un destino fijo.
Abrazos que fortalecen y nutren nuestro ser.
Una vida redonda, un sinfín de caminos que a la vez, hacen uno solo.
Cerrando el círculo de la amistad y abriendo el cariño que crece a través de los años.
Y la naturaleza es sabia, porque con su duro aprendizaje nos permite reencontrarnos.
Un encuentro con nosotros mismos y con lo que sentimos.
Dejamos salir algunas lágrimas motivadoras porque el alma tiene dolor de una pérdida, pero el encuentro es lo que une cuando hay algo quebrado.
Historias que escuchamos con ganas de querer saber más.
La alegría de poder ver más allá de lo que ven nuestros ojos.
El alma siente que era momento de encontrar a sus pares.
Porque para una vida entera y completa, deben estar todas las piezas unidas.
Fuimos sembrados con buenas semillas que Dios ha sabido plantar.
Y crecimos interiormente y somos parte del gran árbol de la sinceridad.
Las ramas emocionales saben extenderse hasta alcanzar a quien lo necesite.
Una vida redonda, donde las pequeñas anécdotas hacen un gran pasado y hoy, son las que miran hacia un futuro.
Y nos volvemos a ver y miramos el corazón que creció sano y aprendió las dificultades de la vida, las que nos hacen crecer y mirar hacia esa luz que nos guía.
Una estrella hermosa que ya comenzó a brillar nuestro camino, porque nació para dejar huellas a sus almas amigas.
Una vida redonda que nos lleva a nuestros comienzos y nos une para seguir creciendo.
Hay amor, hay deseos, hay sentimientos y hay amistad sana.
Hay fe y hay un Dios que nos da un mensaje que solo el corazón entiende.
Un rosario de emociones que afirman el lazo que nos mantiene eternamente.
MARIANO SANTORO