Ser un libro abierto es mucho más que leer palabras acumuladas que juntas, quieren dar un mensaje.
Un libro abierto es la vida de una persona, de un ser.
Lo expuesto en esas hojas, es parte de su vida, porque todo ha salido de su mente y escrito con el corazón.
Toda ficción que se pueda apreciar, ha salido de la imaginación y para eso, hay que haber aprendido a volar y a soñar.
Todo ese mundo fascinante que se puede leer y que nos atrapa, ha llevado tiempo y durante ese proceso, se ha crecido, se han corregido errores, se ha vuelto a pensar y a releer lo que luego sería publicado.
Ser un libro abierto es abrir el corazón y que vean nuestra esencia.
Esas hojas que un día fueron blancas y nos entregamos al don divino de la inspiración para poder darle forma a lo queríamos contar.
Y mucho de lo que se cuenta, es pura experiencia.
Anécdotas, vivencias que han sabido aprender a sortear obstáculos y seguir camino.
Y ese camino no se ha hecho sólo con los pies, sino que se hacía escribiendo nuestra propia historia.
La misma por la cual debemos estar orgullosos, porque es lo que nos tocó vivir.
Y mediante la fe, seguiremos escribiendo y caminando.
Y en ese trayecto, volveremos a leernos y observaremos nuestro crecimiento.
Nos darán deseos de escribir nuevas historias, nuevos testimonios que el corazón quiere expresar.
Todo es parte de la vida, como esas hojas tomadas del mismo árbol que nos da vida.
Y Dios, con el rol más importante que es el de guiarnos y está en nosotros, el poder escribir todas las palabras que llegan al alma.
Esos momentos de iluminación que dejamos toda actividad por la inmensa necesidad de escribir, de contar, de hablar con letras que llegan con sabiduría.
Agradeciendo ser parte del arte.
Ser, lo que hace a una persona en toda su entereza.
Libro, ese gran amigo que está a nuestro alcance para hacernos compañía.
Abierto, como somos con nosotros y nuestro prójimo.
Todo lo que somos, está hecho de palabras dichas y otras tantas que nos supimos guardar y optamos por escribirlas.
Lo que sale de nosotros, tiene que ser amor del puro y eso regresa en algún momento y de alguna manera.
Pero también aprendimos a callarnos, por seguridad, por protección, por querernos y valorarnos.
Y lo que visualmente es un objeto, está construido por la magia de la escritura y la ayuda del destino que nos deja crear a través de los sentimientos.
Objeto y sujeto, objetividad de lo que aprendimos a sujetar, a atar, a querer tenerlo siempre con nosotros.
Eternizar relatos que muestran nuestra desnudez.
Y la misión es que vean mucho más que el cuerpo desnudo, porque el contenido es lo que le da poder.
Y el poder de la escritura es la libertad de hacer que el lector viaje y pueda emocionarse, que hasta pueda encontrarse en esas historias.
La vida es hermosamente única y cada uno la vive como puede y otros, como quieren.
Y en el camino, nos vamos encontrando y si alguno, puede llegar a verse en las palabras que son parte de un libro y las mismas letras se abren paso hasta llegan al corazón y tocar lo que tenía que ser tocado para lograr un llamado de atención, un recuerdo, una quita de vendas; esa misión está cumplida.
Y el lector, puede darse por satisfecho ya que al cerrar la contratapa y ponerlo en el lugar indicado, sabe que al día siguiente, algo mejorará en su vida.
Y eso es ser, eso es vivir!
MARIANO SANTORO
Un libro abierto es la vida de una persona, de un ser.
Lo expuesto en esas hojas, es parte de su vida, porque todo ha salido de su mente y escrito con el corazón.
Toda ficción que se pueda apreciar, ha salido de la imaginación y para eso, hay que haber aprendido a volar y a soñar.
Todo ese mundo fascinante que se puede leer y que nos atrapa, ha llevado tiempo y durante ese proceso, se ha crecido, se han corregido errores, se ha vuelto a pensar y a releer lo que luego sería publicado.
Ser un libro abierto es abrir el corazón y que vean nuestra esencia.
Esas hojas que un día fueron blancas y nos entregamos al don divino de la inspiración para poder darle forma a lo queríamos contar.
Y mucho de lo que se cuenta, es pura experiencia.
Anécdotas, vivencias que han sabido aprender a sortear obstáculos y seguir camino.
Y ese camino no se ha hecho sólo con los pies, sino que se hacía escribiendo nuestra propia historia.
La misma por la cual debemos estar orgullosos, porque es lo que nos tocó vivir.
Y mediante la fe, seguiremos escribiendo y caminando.
Y en ese trayecto, volveremos a leernos y observaremos nuestro crecimiento.
Nos darán deseos de escribir nuevas historias, nuevos testimonios que el corazón quiere expresar.
Todo es parte de la vida, como esas hojas tomadas del mismo árbol que nos da vida.
Y Dios, con el rol más importante que es el de guiarnos y está en nosotros, el poder escribir todas las palabras que llegan al alma.
Esos momentos de iluminación que dejamos toda actividad por la inmensa necesidad de escribir, de contar, de hablar con letras que llegan con sabiduría.
Agradeciendo ser parte del arte.
Ser, lo que hace a una persona en toda su entereza.
Libro, ese gran amigo que está a nuestro alcance para hacernos compañía.
Abierto, como somos con nosotros y nuestro prójimo.
Todo lo que somos, está hecho de palabras dichas y otras tantas que nos supimos guardar y optamos por escribirlas.
Lo que sale de nosotros, tiene que ser amor del puro y eso regresa en algún momento y de alguna manera.
Pero también aprendimos a callarnos, por seguridad, por protección, por querernos y valorarnos.
Y lo que visualmente es un objeto, está construido por la magia de la escritura y la ayuda del destino que nos deja crear a través de los sentimientos.
Objeto y sujeto, objetividad de lo que aprendimos a sujetar, a atar, a querer tenerlo siempre con nosotros.
Eternizar relatos que muestran nuestra desnudez.
Y la misión es que vean mucho más que el cuerpo desnudo, porque el contenido es lo que le da poder.
Y el poder de la escritura es la libertad de hacer que el lector viaje y pueda emocionarse, que hasta pueda encontrarse en esas historias.
La vida es hermosamente única y cada uno la vive como puede y otros, como quieren.
Y en el camino, nos vamos encontrando y si alguno, puede llegar a verse en las palabras que son parte de un libro y las mismas letras se abren paso hasta llegan al corazón y tocar lo que tenía que ser tocado para lograr un llamado de atención, un recuerdo, una quita de vendas; esa misión está cumplida.
Y el lector, puede darse por satisfecho ya que al cerrar la contratapa y ponerlo en el lugar indicado, sabe que al día siguiente, algo mejorará en su vida.
Y eso es ser, eso es vivir!
MARIANO SANTORO