miércoles, 19 de noviembre de 2014

Laberinto con destino

Uno de los días más importantes de tu vida, habías tomado la mejor decisión, ya que te priorizaste y dejaste de escuchar voces ajenas que sólo confundían.
Tus pensamientos se habían acumulado y ya eran una gran montaña de locas ideas que no tenían rumbo.
Pero ya habías logrado pararte delante de la puerta de tu destino.
Ya no era pérdida; sino que era la ganancia de la esperanza.
Y te dejaste llevar; fluiste a través de tu esencia.
Y te enfrentaste a lo desconocido.
A un laberinto de nuevas sensaciones que te producirían nuevas emociones.
Las vivencias de lo mágico, le daban ese toque misterioso y con sed de continuar.
Ya habías aprendido que la clave es perseverar y la fe, ya estaba en tu ser y en tu corazón.
Y alimentaste tanto tus ilusiones que la motivación te dio el empuje necesario para caminar.
Comenzaste y diste vueltas y vueltas; hasta que también algunas veces diste unos pasos hacia atrás.
Algo en vos te dijo que esa lección ya la habías aprendido y que no era necesario quedarse.
Es normal que nos den ganas de repetir algunas historias, pero si ya se han ido, el mensaje que nos dicen es que ya tuvo su momento y su oportunidad.
Y a cada paso, te ibas descubriendo más, sabías que la solución no estaba en ningún rincón, sino en el núcleo.
Y en el centro de tu ser, te encontraste con el más puro amor que ya vivía en tu corazón.
Los pequeños vacíos que bordeaban tu corazón, empezaron a llenarse de amor.
Porque te habías permitido escuchar a tu esencia.
La que te decía que el amor salva, sana y te acompaña.
Y tu crecimiento es haber llegado a la instancia de avanzar, porque al quedarnos, dejamos que el pasado nos invada y tome poder.
Todo tiene su tiempo y hoy, estás en otro lugar, pero no es físico.
Y es por eso que te resultó más fácil encontrar el camino.
Porque el único destino, siempre será el amor.
MARIANO SANTORO