Al decir siempre, ya te doy un lugar y un espacio en toda mi vida.
Muchas de las tantas veces en las que escribo y dejo como testimonio lo que siento, van dirigidos hacia ti.
Y toda esa dedicación es porque alguna vez me diste un lugar en tu vida, pero a mí, me gusta eternizar.
Y en algunos días de reflexión, abro el libro de mi vida y te veo ahí, descansando porque yo te protejo.
Y hay veces en que la distancia es molesta, pero en mis pensamientos estás cerca.
Tu tranquilidad le dan paz a mi corazón.
La serenidad de verte dormida, significa que sueñas y eso es algo que siempre he hecho y seguiré haciendo.
Al soñar, tu cuerpo descansa y tu mente sigue funcionando.
Es muy distinto a la pasividad, porque en esta actividad que me permito realizar, siempre estás.
La cantidad de hojas que llevan escrito lo que mi corazón quiso decirte y por circunstancias de la vida no pude expresarlas en persona, hoy están ahí.
Hojas que toman vida cada vez que las leo, porque veo mi historia, la misma que sigue y que te piensa.
Y hay veces en que extraño tu voz y le pongo sonidos y otras, ese silencio es quien me traduce las emociones encontradas.
Al decir siempre, tomo conciencia que ya estás ocupando un lugar y quiero decirte que es sagrado.
Porque cuando uno habla de lo que siente y lo que quiere, sabe cuidarlo y darle lo mejor.
Y mientras vivo mi presente, cada tanto abro al azar alguna página de mi historia y estás y mi rostro se llena con una sonrisa esperanzadora.
El destino siempre ha sido un buen amigo y sé que obrará a mi favor, porque tiene ese don, de hacer el bien a todo creyente.
Y es parte de un milagro escucharte, pero sentirte tiene mayor validez hoy día.
Mañana será otra chance en este juego de ser pacientes sin llegar a ser enfermos de la espera.
Cierra tus párpados, que yo te abrigaré con mis mejores pensamientos y te acercaré ese beso eterno que hoy está en pausa.
MARIANO SANTORO