La piel no sólo cambia con los años, sino que se estira, se modifica, se fortalece y deja huellas a la vista.
Nuestro envase es el que va mutando y dejando estelas de anécdotas y experiencias en el trayecto.
Los caminos de la vida son tan especiales que al igual que hojas de un libro, pasan y dejan buenos recuerdos y algunos que no sirven para recordar.
Todo es parte de un mismo todo.
Los paisajes que nos atrevemos a atravesar son los que nos enseñan, los grandes maestros que nos permiten crecer.
Cada día conocemos idiomas nuevos, porque no todo se trata de la lengua de la tierra, sino toda la comunicación que nace desde el encuentro de 2 personas.
Seres que se conectan, que quieren ir por más, que no les alcanza con verse, sino que quieren observar en profundidad.
Y nuestra piel se hace transparente, porque así somos nosotros y nos manejamos en la vida, con sinceridad y respeto.
Nos somos fieles a nosotros mismos.
Y esa transparencia se va coloreando de experiencias, de pasajes que asombran y nos abren pensamientos hasta hacerlos positivos.
Mutando es estar viajando con el corazón para dejar los mejores recuerdos en nuestra mente.
Mutando es estar cantando melodías que salen desde nuestro interior.
Mutando es estar bailando, porque al haber aprendido a disfrutar la vida, nos soltamos.
Mutando es estar liberado de presiones y sólo fluir y seguir viajando.
Mutar es entrar en la continuidad de la perfección; la que también nos hace ser humildes ya que sabemos que perfecta es la oportunidad de vivir.
Mutar es mezclarnos con la naturaleza, hacerla propia y hacernos parte.
Mutar es seguir aprendiendo, porque siempre hay algo más cuando nuestro ser tiene esperanza.
Mutar es ser pacientes porque la vida tiene sus tiempos.
Mutando estoy porque aunque mi lugar ya lo conozco, me gusta salir a encontrarme con todo lo que me haga ser mejor persona.
MARIANO SANTORO