Cuando se abren las puertas de la esperanza, luego de haber cerrado las diferentes etapas en las que conocimos la oscuridad, le damos paso a la luz.
La luz que emana nuestro ser y que nos dice que siempre, es hora de mejorar.
Es probable que nos hayamos estancado en algunas situaciones, pero el camino está delante.
El horizonte es muy amplio si nos damos la oportunidad de ver más allá de lo que creímos haber vivido hasta hoy.
Aprender es siempre una experiencia y observando el pasado, nos damos cuenta que hay un bello futuro, porque ya sabemos de qué cosas nos alejaremos.
Mejorar es darnos la chance de saber que hay más, que todo lo disfrutado ha servido a modo de algo pequeño que quiere crecer y ser más grande.
Cada paso en el que avanzamos, tiene su propia melodía, que es la música que dicta el corazón para darle ritmo y sentido a nuestra vida.
La maravilla de dejar salir al niño interior y que se ría a carcajadas, sin culpa, sin miedos, sólo con la inocencia de que es tan sólo una etapa.
Y cada momento de nuestra existencia, tiene sus propias lecciones.
Nuestra mirada se va transformando a medida que sumamos pensamientos positivos.
Nos alegramos de despertar porque sabemos que el día nos traerá bendiciones y nuevas lecciones.
Mejorar es permitirnos sorprender, es comprobar que en nuestras manos, hay alguien que puede crear.
Todo nuestro ser tiene poder y con una nueva visión, podemos crear y realizar nuevas maneras de disfrutar la vida.
Y eso es mejorar, es ese cambio interno que nos pide a gritos que no temamos, porque al mejorar, se potencia todo lo bueno que hemos dado.
Mejorar es celebrar, es ese encuentro con personas que nos alegran y sacan lo mejor de nosotros.
Es levantar la mirada, mirar a nuestro alrededor y saber que hay muchas personas en nuestra misma situación.
Ya no hay búsqueda, porque nos hemos encontrado.
Y hay pasión al realizar nuestras tareas, porque le ponemos ganas a todo lo que alguna vez soñamos.
Mejorar es una gran decisión que debemos tomar, porque para ser mejores personas, no hay límites.
MARIANO SANTORO