Viajero del tiempo, del que se disfruta, del que sirve para crecer.
Viajero con el equipaje perfecto para continuar viajando.
Y el viaje es por el interior de nuestro ser y por fuera.
Toda la naturaleza se pone elegante para darnos la bienvenida en cada nuevo paso que damos.
La aventura de lo que no se espera, sino que abrimos la sorpresa para que nuestras ilusiones, tengan más validez.
Y el cielo infinito nos hace ver lo pequeños que somos, pero a la vez, todo el poder del mundo está en el amor con el que vivimos cada día.
Alcanzar metas es cumplir sueños, es alegrarnos de saber que las posibilidades pueden estar a nuestro favor y de nuestro lado.
Y se siente en el alma, porque al permitirnos ser viajeros, la experiencia nos ayuda a ser mejores.
Y a través de los avances, vamos dejando atrás lo que ya cumplió su ciclo.
Y no sentimos culpas, no hay rencores, no hay sentimientos negativos, porque es tanto el poder que puede disfrutar nuestra mirada hacia el horizonte, que guardamos lo necesario para seguir.
Y los caminos espaciales se abren y nos hacen vivir un momento especial.
Como niños maravillados con algo que creímos sólo que era parte de la mente y es en la misma mente que se abren espacios.
Y nuestros sentidos se afinan y aparecen sonidos que nos agradan, que nos hacen compañía en el viaje.
Melodías clásicas y modernas, porque son eternas en este instante que transformamos en eterno.
Y no queremos dejar de observar, porque nos acercamos a algo inmensamente real.
Y confirmamos que la realidad sólo vive cuando dejamos las quejas y la ficción de lo que nos quieren imponer.
Somos dueños de nuestro tiempo y de nuestras decisiones y a la vez, nos sentimos que todo el universo es también dueño de la situación que nos toca vivir.
Y todo lo que se ve, simplemente es.
Y si nos animamos, seguro que una inmensa luz, que sale de nuestro ser, iluminará el camino del viajero interno que cada uno tiene.
MARIANO SANTORO