Hay momentos en la vida en los que uno desearía huir.
Pero lo que nos da valor para continuar, es afrontar cada situación.
Hay personas que desean irse lejos, en búsqueda de la paz que no logran en la ciudad.
Y esa paz no se asocia a lugares, sino a lo que siente uno interiormente.
Hay noches en las que se hacen más oscuras por las adversidades que pasan durante el día.
Y la soledad se junta con la tristeza y sólo desean dejar salir algunas lágrimas de resignación.
Las ventanas del alma, comunmente llamadas ojos; son los que nos impiden ver la realidad que deseamos.
Pero querer no es sinónimo de voluntad, sino de capricho.
Muchas veces queremos dejar el lugar en el que estamos, abandonando todo, creyendo que iremos livianos de equipaje.
Y no se trata de bolsos o mochilas, sino de todo lo que acumulamos en nuestra mente.
Toda oscuridad, en sus diferentes facetas, son las que nos frenan.
Y el destino puede situarnos frente a un cuadro.
Una pintura de la realidad que queremos vivir.
Y el único arte que tiene validez, es el que fluye de los pensamientos sanos y positivos.
Y para viajar al lugar que soñamos, no se necesitan valijas y sí, necesitamos despertar.
Cada día, es un lienzo nuevo en el que podemos volcar nuestra imaginación.
Somos artistas de nuestra vida.
Y para aquéllos instantes en los que sentimos que necesitamos relajarnos, para dejar que nuestra mente viaje.
Para esos momentos sí que existe un lugar al que podemos escapar; porque nos llevará a todo lo que amamos.
MARIANO SANTORO