jueves, 7 de abril de 2016

Hay que ser como el agua

Hablar de agua es mucho más que uno de los 5 elementos.
Es recibir esa placentera satisfacción de sed, de querer tener cerca un poco de agua fresca para disfrutar.
Es acordarnos de los baños, en que muchas veces lo hacemos con velocidad, pero también disfrutamos la frescura que se esparce por el cuerpo.
Es volar con nuestra imaginación y estar en una inmensa playa y mientras caminamos por la arena, observamos esa maravilla transparente que nos transmite una hermosa sensación.
Hay que ser como el agua, que con su más pura energía, nos hace bien.
El alimento que necesita nuestro ser.
Es lo que nos ayuda a limpiarnos de todo lo que hemos acumulado inconscientemente y hoy, ya no lo necesitamos.
Es lo que se escurre por nuestros dedos y esa fragilidad, le da más valor.
Es parte de los momentos de paz, porque a través de pensar en ella, reaccionamos y nuestro cuerpo se modifica.
Como que vamos ordenando el placard y tenemos tiempo para hacerlo sabiendo que el resultado será más agradable.
Valorar el agua es darle importancia. 
Es creer y confirmar que lo más suave y frágil, se puede perder si no le damos un lugar en especial.
Y su color se modifica con nuestras emociones.
El agua, también sabe esconderse en nuestras lágrimas que tímidamente comienzan a caer luego de una desilusión.
Hay que ser como el agua y ser servicial y ayudar a quien lo requiere.
Satisfacer por el sólo hecho de saber que siempre viene bien un poco de agua.
Es aprovechar los momentos que nos animamos a compartirla con alguien.
Un baño junto a otra persona en la que el agua se deja fluir y es parte del juego del amor.
Cualquier ser humano potencia su energía cuando tiene agua a su alcance; casi, como el amor que llega cuando el destino le abre sus puertas para renovar lo que somos.
MARIANO SANTORO