Para, detente, frena por un instante lo que estás haciendo.
Contempla la magnífica visión de tu horizonte.
Observa detalladamente lo que ves.
Examina el comportamiento de tu cuerpo.
Considera todo el camino transitado hasta llegar a este momento.
Experimenta cada una de tus emociones y déjalas canalizar y expresarse.
Has aprendido a analizar cada situación y hoy tienes una nueva visión de lo que sucede en el exterior.
Mira tu propio renacer y disfruta de lo que estás viviendo.
Tu percepción recibe los mensajes correctos que el destino quiere decirte.
Hoy, verdaderamente, puedes distinguir lo que se puede llamar una vida real, de lo que conociste y era ficción.
Y tu ser reflexiona que era preciso pasar por cada prueba para llegar hasta este lugar que es mucho más que algo físico.
Tus sentidos están atentos a lo que llega, a lo que se recibe.
Anota cada detalle en tus recuerdos, ya que serán los que de ahora en adelante te motivarán.
El respeto a la vida se da cuando todo lo que somos valora los conocimientos que se alojan en nuestra mente.
El corazón bien sabe vigilar que no haya temblores, sino que nos indica lo que es correcto y sanador.
Guardamos situaciones, porque deseamos ampliar nuestras sensaciones.
Reconocemos que la mejoría del cuerpo se vivencia al curar heridas.
Y somos fieles testigos al presenciar las maravillas milagrosas de la existencia.
Y la pequeñez de nuestro niño interior, se engrandece al saber que hallamos los secretos de una vida con calidad y nuestros ojos se alegran y le rinden tributo a la humildad.
MARIANO SANTORO