Las historias de vida, se van escribiendo cada día y llega un momento en que uno desea expandir su visión y se abre.
Siente que hay algo en su ser que desea conectar con otra persona.
Y todo nuestro ser, percibe que el amor ya está preparado para sentir nuevas experiencias.
Y nos animamos a salir de nuestras propias limitaciones.
Probamos abrir la mente y dejar que nuevos aires, fluyan.
Renovar pensamientos es estar dispuesto a nuevos sentimientos.
La dureza del cuerpo comienza un nuevo ciclo y se desvanece ante el poder del amor.
La inocencia marca el camino hacia el crecimiento.
Y el brillo de lo que somos y queremos ser, se expande como alas de libertad.
La luz se multiplica cuando nos encontramos con alguien que está en nuestra sintonía.
La vibración se hace armónica, ya que las miradas se cruzan, se entrelazan y se amoldan para adaptarse a la convivencia.
La decisión está tomada y un nuevo camino está por comenzar.
Cada uno con su propio mundo, dentro de un mismo mundo y queriendo un mundo mejor.
Y la historia comienza como un juego en donde la diversión y el sano humor, se fusiona.
La conexión ya está en marcha y funciona con la habilidad de saber sorprenderse.
Sumando luz a la propia, la multiplicamos y el mismo tiempo llamado destino se encarga de hacer sus propias movidas.
La iluminación interna se dispone a sanar heridas y limpiar manchas de oscuridades.
Sólo el brillo de la verdad es lo que sale y se fortalece en la unión que ha comenzado.
2 personas que harán que nazca una tercera es la perfecta definición de que el amor hacia otra persona es posible y que la trilogía lograda, es obra de la divinidad de la fe.
MARIANO SANTORO
