Comenzar; abrir los párpados y animarnos a observar.
Comenzar a ir sintiendo todo lo que vemos y cómo lo percibe nuestro cuerpo.
Cada órgano y cada parte de lo que somos, imaginando lo que deseamos ser.
Abrirnos hasta extender lo mejor de nuestra esencia.
Expandir el amor poderoso que vive en nuestro interior y elevarnos.
Permitirnos crecer hasta donde la naturaleza quiera.
A nuestro alrededor, sólo quedará lo que nos abrace con sanidad.
Lo demás, sólo se desvanecerá.
Continuar abriendo la mente, dejando atrás lo que nos ocultaba de lo bello.
La hermosa y poderosa luz que brilla y nos guía, sabe que hemos comprendido el mensaje.
Amigarnos con lo que tiene sentido y darle a nuestros sentidos una nueva mirada.
Ver lo que tanto tiempo nos negamos.
Descubrir la inmensidad de nuestro niño interior.
Jugar hasta que nos demos cuenta de que siempre deberíamos haber jugado y tomar cada desafío como parte del juego de la vida.
Renacer y multiplicar todo lo bueno, porque queremos que otros sepan que también vamos en el mismo camino.
Juntarnos y jugarnos por un sueño; ver lo que sale y seguir creyendo que todo tiene un motivo.
Comenzar luego de un final, comenzar después de cerrar una parte de la historia.
Y comenzar a escribir la historia que perdurará a través de los siglos.
Un abrazo desnudo del alma que se conecta con cada ser y llega al núcleo del amor que todo lo cura.
MARIANO SANTORO