Te criaste en un mundo donde se utilizaba a la escritura y se le daba un valor muy importante.
Sentarnos a escribir a mano, nos llevaba un buen tiempo.
Cada palabra era pensada de manera correcta para tratar de dejar esa carta prolija.
Y es probable que hayas recibido muchas más cartas que las escritas por vos.
Y les diste su espacio especial.
Acomodadas y guardadas en su lugar que cada tantos años, de la mano de la tristeza, las revisabas.
Y vos fuiste escribiendo en agendas y cuadernos; fechas y detalles de los que te tocaba vivir.
Llenar cada día con algo relevante y pegando figuritas o haciendo dibujitos.
Ponerle el máximo abanico de colores para darle más color a tu vida.
Y esos viejos buzones se miraban con la esperanza de encontrar esa gran sorpresa que permitiría que dejes lo que estabas haciendo para ponerte a leer.
Y el tiempo ha pasado y mucho ha cambiado.
La modernidad trajo correos electrónicos que uno abría a cada rato para recibir mucho más que noticias de conocidos.
La prolijidad, ya no era trabajo, porque se autocorregía y le armabas otro diseño.
El cartero ya había dejado de pasar y tu tiempo se pasaba chequeando la virtualidad.
Y toda esta modificación en tus costumbres ha logrado modernizar rutinas y anhelabas tu viejos rituales.
Hoy la vida se presenta de otra manera y la sabiduría surge de una fuerte experiencia.
Ya hiciste el mejor viaje que hubieras podido soñar y hoy te toca continuar.
Has sabido juntar anécdotas que entretienen la vida de tu entorno y a la vez, son parte de tu creatividad.
Y hoy, tu corazón es quien te dice: Escribe tu historia; porque muchos querrán leerte!
MARIANO SANTORO