En algún sueño añejado has pegado un vistazo hacia tu horizonte.
Observaste que tenías un inmenso camino por delante.
Ojeaste a tu alrededor y estabas llena de ideales.
Inspeccionaste tu interior y había deseos genuinos.
El semblante de tu persona estaba con las emociones en su plenitud.
Tu ánimo bien sabía que había mucho por experimentar.
Lograste sintonizar con los tonos correctos de las personas que te rodeaban.
Un mundo colorido estaba listo para ser descubierto.
La delicadeza de tus pasos, marcaban el tiempo perfecto para no fallar.
Mientras estabas atenta a lo que sucedía afuera, bien sabías que lo importante es lo de adentro.
Cada día, crecía tu interés en ser mejor de las huellas que dejabas.
Encontrabas motivos valederos para dejarte guiar por tu corazón.
Y en cada ocasión que se presentaba, lo demostrabas.
El aspecto de tu cuerpo, no se basaba en lo físico.
Consideraste abrir varias puertas, para tener más opciones.
Y fuiste cuidadosa en cada una, porque no en todas, había brillo.
Tu núcleo sabía que la luminosidad de tu ser, te diría cuáles eran las alternativas adecuadas.
La prudencia se había hecho amiga de la paciencia.
Y el color de tu mirada, bien sabía que siempre hay un blanco y negro y esa es nuestra mejor elección.
MARIANO SANTORO