Un abrazo de vida me da la bienvenida.
La adoración a la experiencia de ser parte de la humanidad, aunque no coincida en varios de sus estilos, fortalecen mi personalidad.
Y comienzo a sentir afecto por los que me rodean.
Esa es mi manera de expresar mis mejores sentimientos.
En una apertura de emociones, libero cariño hacia mi entorno.
Voy creciendo con la pasión que me genera descubrir caminos y destinos.
El corazón, sabe que hay un horizonte que me ilumina y remarca mis huellas.
Y se me cruzan las bellezas que son parte de la naturaleza, para acrecentar mi ternura.
La simpatía se presenta y bien sabe contagiar.
Los momentos crean una armonía en mis movimientos.
Y me tomo como ley sagrada, que sólo me dejaré guíar por lo que vibre mi cuerpo.
Y empiezo a querer y dejar salir lo mejor de mí, con miras a unirme en el amor.
Me amigo con el pasado que ha sido fuerte, pero con enseñanzas valiosas.
Lo que pueda parecer apego, es tan sólo conservar parte de lo vivido.
Y no hay debilidad, cuando lo más fuerte que puedo recibir de la vida, es despertar.
Y me enamoro con todo lo que eso significa.
Y priorizo mi persona, para poder dar mucho más.
Algunos valoran el aprecio y mantienen los códigos necesarios para que las uniones, sean genuinas.
Y siento, en lo más profundo de mi ser, un mimo, una caricia que me confirma que puedo confiar y seguir, porque estoy haciendo bien.
MARIANO SANTORO