Es probable que se haya cumplido demasiado tiempo desde la última vez que te observaste en tu plenitud.
Mirar no sólo lo que hacés o lo que hiciste, sino ver el interior.
Animarse a ese viaje extremadamente emocional en el que podés encontrar las experiencias que han sido protegidas de la vulnerabilidad.
El rostro aniñado que la vida te regaló.
La esencia de la inocencia que es parte de tu ser.
La persona que creció y aprendió otra clase de juegos.
La que nunca dejó de estudiar, porque la vida, sigue siendo la mejor escuela.
Has sido una niña elegida para vivir varias vidas.
La intensidad ha estado siempre de tu lado.
Y en tus manos, el suave encanto de las caricias.
Aunque no siempre has transitado por arcoíris y paraísos, supiste sortear obstáculos.
Tu mente, aprendió a despejar temores y rencores.
Y fuiste cubriendo tu piel con más inocencia y dulzura.
El odio ha intentado conocerte, pero le has puesto una buena distancia para que nada malo se acerque y te dañe.
La fragilidad de tu existencia, es lo que más fuerte te hizo.
El núcleo de tu corazón es lo que se alimenta con la sabiduría del amor.
Las fotos, prolijamente guardadas en álbumes, muestran que la alegría ha sido tu amiga desde el primer día.
Hoy sos una mujer sin edad y con mucho por vivir.
Porque el único valor que tenés como ley, es vivir disfrutando cada instante.
MARIANO SANTORO