Antes de comenzar un viaje, hacemos los relativos preparativos.
Vamos viendo lo que vamos a llevar, incluyendo vestuario y artículos varios que consideramos de necesidad.
Buscamos en los placards eso que tanto ansiamos y creemos que nos será de utilidad.
En el caso de tener un auto, lo llevamos a revisar para que todo esté en orden.
Si vamos en micro, separamos los bolsos que irán debajo y los que llevaremos con nosotros.
Y en el caso del avión, solemos llenar las valijas con mucho de lo que probablemente, no usaremos.
Empezar a idealizar un viaje, comienza en la mente y lo que menos hacemos, es cuidar nuestra mente.
La llenamos de preocupaciones y de todo lo que podemos llegar a hacer en esa travesía.
Ocupar los espacios de aquéllos tiempos vacíos, con la excusa de completar la agenda y cada hora, casi, sin el descanso necesario.
Y la salud mental, no está en su plenitud, porque es lo que primero debemos evaluar en el viaje a concretar.
Todo un mundo de posibilidades y un planeta lleno de insertidumbre.
La mente se acumula de situaciones y la tarea, es limpiarla de todo lo que nos puede dañar.
Si hay problemas, los mismos, viajan con nosotros.
Las mochilas no sólo llevan ropa, sino que se llenan con la pesadez de nuestra cotidianeidad.
La rutina no se evapora por llenarla con visitas guiadas.
Iluminemos los pensamientos hasta hacerlos positivos.
Creamos que sólo estando bien en nuestro cerebro, podremos realizar cada sueño y cada viaje correspondiente, anteriormente agendado.
Recorramos los rincones de la mente para ver su estado y que las emociones, estén debidamente controladas.
Viaja por tu salud mental, porque descubrirás tu verdadero destino.
MARIANO SANTORO
