La maravillosa experiencia de creer en el destino.
2 personas que se cruzaron, porque ambas tenían una misión juntos.
Y se animaron a compartir hermosos momentos de duro aprendizaje.
Cada uno, con sus costumbres, se permitieron unir en nombre del amor.
Y la adolescencia los hizo crecer en todo sentido.
Se encontraron con oportunidades y entre ellas, la de ser padres.
Muchísimas anécdotas y relatos que supieron escribir y expresar.
Y no es cuestión de azar, porque se jugaron al 13 y la divinidad los protegió.
Recordar, para juntar fuerzas.
Emocionarse, porque lo que se ha hecho, ha tenido bellísimos colores.
Y en el arte de amarse, el juego siempre los dejó ser adultos.
Y los obstáculos que aparecían, los enfrentaban y hacían lo posible para superarlos.
Retos y desafíos, sin dejar de creer en ellos y en que eras capaces para salir adelante.
Y la historia seguirá, porque ya vive en el corazón.
Y lo eterno está, porque Dios sigue siendo el camino por transitar.
Desde ambos lados de la vida, se miraron con el alma.
Y ese amor visual, pasó por el físico hasta la eternidad.
La compañía está presente, porque se hizo piel.
La naturaleza del amor, me llena de orgullo y es mi pasión.
MARIANO SANTORO