Ella venía caminando musicalmente.
Una manera muy particular, parte de su amplia personalidad.
Cruzamos nuestro camino y también unas palabras.
Dialogar con alguien que uno comienza a admirar, es una fascinante actividad.
Hermosura estética en una mujer poética.
Más que una rima, no hay nada que la deprima, todo es clima de alegría.
Dueña y madre en su mundo, disfrutando cada segundo.
Ella no tiene sogas ni ataduras, sino que aprendió a liberarse.
Vestir elegante su cuerpo y desnudar el alma cuando el mar de emociones esté en calma.
Protegiendo lo que supo conseguir y merecido para vivir.
Y sus accesorios son detalles que resaltan su belleza.
Hasta su mirada tiene delicadeza.
No tiene vergüenza de abrazar con fuerza.
Extrañar, también forma parte de conectar.
Y ese reloj del futuro, no se anima a decirle que pasar tiempo con ella es una agradable sensación.
Más que una pasión, ella se guía por la canción del amor.
Libre como un caballo que sólo se deja domar por sus propios anhelos.
No tiene corona aunque sea una reina; ella usa sombrero aventurero.
Y el destino, hace que mis latidos, más que decir, se atrevan a sentir.
MARIANO SANTORO