Hubo una época en que usábamos los teléfono para hablar.
Y charlar, era una actividad fascinante, porque dejábamos todo lo que teníamos que hacer y nos dedicábamos a la persona.
Y ahí aparecían las increíbles conversaciones.
La intimidad se abría espacio a través de la confianza.
Y hasta llegar a desnudarnos, aunque no estemos presentes.
El diálogo crecía y construimos una bella confianza.
El escucharte, me generaba ideas para ayudarte.
Los consejos eran mutuos y todo lo que se hablaba, le daba más intensidad a la relación.
Y las noches eran nuestras, porque nos teníamos pensando durante el día.
Y pude verte crecer; pude ver que tu niña interior no temía mostrar su vulnerabilidad.
Me mostraste tus juguetes y tus lados oscuros.
Mostraste la esencia y eso nos trajo esta permanencia.
He secado tus lágrimas y vos me ayudaste a sanar heridas.
Ambos estuvimos quebrados y juntos, salimos adelante.
Hoy, tus noches tienen nuevos sueños y me alegran.
Una mujer llena de fantasías virtuales y reales.
Llena de ilusiones y creando a cada paso.
Y sabés que siempre podré ser tu sol y vos serás mi luna.
El cielo nos ayudará a querernos en el nivel deseado.
MARIANO SANTORO