Un viaje que tendría sus paisajes visuales y amorosos.
Dos personas queriendo llenar un fin de semana largo.
Tres evidencias, estaba teniendo en mi poder.
Cuatro letras tiene la palabra duda y eso comenzó a dar vueltas en mi mente.
Y la secuencia numérica crecía, al igual que mi dolor.
El acontecimiento dejaría mucho más que marcas y secuelas.
Uno de los mayores aprendizajes sin haber estudiado.
Y la sorpresa llega y te golpea literalmente.
Pero mis manos, sólo las utilizo para escribir, saludar y ayudar.
Jamás dejé de silenciar mis pensamientos, sólo los fui acomodando.
Y me fui lo más profundo que pude.
Buceando, encontré algunas respuestas, pero mis preguntas iban a demasiada velocidad.
Y tuve que detenerme, que frenar impulsos y sentimientos.
Me aferré con fuerza al amor; el propio y por la vida.
Y comencé a dar pasitos como un recién nacido.
Pero mi mente, era la de un adulto afrontando circunstancias durísimas.
Toda dolencia, la fui modificando hasta poner sabiduría en esa experiencia.
Y aunque no podía morder la bronca, la alejé hasta perderla de vista.
10 años con un cuerpo renovado y la creencia y mi fe, más fuerte para poder seguir.
MARIANO SANTORO