La decisión ya estaba tomada.
Era el momento perfecto para rearmar el ser que quería.
Han habido provocaciones externas que tuvieron un pequeño efecto.
La causalidad me permitió saber sortear con sabiduría ese juego sin sentido.
Me aislé por un tiempo y preparé las piezas necesarias que necesitaba juntar.
Me equipe de los eternos valores humanos que heredé y algunas veces, los dejé de lado.
El enriquecimiento interior estaba en el nivel deseado.
Me abastecí de emociones positivas y agrupé las que más voy a poner en práctica.
Ensamblé algunas partes que se habían abierto por dejar entrar a gente que desconoce el bien.
La prosperidad está puesta en las manos de Dios.
Mejorar es mi misión y desde la humildad, seguiré aprendiendo.
Se progresa cuando se cierra lo que ya ha vencido y le damos la bienvenida a las oportunidades.
Tomaré la forma de aquel que siempre imaginé.
Entretenerme y disfrutar los instantes.
Esa seguidilla de deseos, que se fusionan con las ganas y la pasión.
Es la canción que cantamos al sentirnos felices.
Construir un futuro desde presente.
En cada latido, escuchar el verdadero mensaje.
Y que el lenguaje del silencio, me ofrezca la paz anhelada.
MARIANO SANTORO