En algunas de mis visitas a lugares interesantes, los había visto.
Esas paredes repletas de esos objetos, siempre llama la atención.
Sin importar el tamaño de cada uno, en ellos hay demasiada historia.
Relatos, anécdotas, sueños y metas por cumplir.
Un mundo de fantasías fusionado en un planeta real.
La mezcla perfecta para entender hacia dónde queremos ir y vivir.
Y una vez, casi causalmente, vi una maneja o quizás la fabriqué con mi mente.
Siempre es bueno visualizar una puerta, incluso si sentimos que estamos encerrados en la rutina.
Y todos esos estantes sostenían algo más.
Y mi tarea era entrar y descubrir para protagonizar mi propio cuento.
Peldaños en la escalera de la evolución.
Una habitación imaginada y yo, parado ante ella.
Mis pies ansiosos dieron el paso más importante.
Caminar hasta volar.
No había límites porque cuando uno escribe, es creador de lo que uno ni siquiera planifica.
La sorpresa de lo inesperado.
Demasiadas palabras en modo silencioso que estaban preparadas para salir.
El tiempo ya es un viejo amigo que me acompaña hacia mis delirios.
Estantes en instantes, que no estancan, sino que avanzan y crecen.
MARIANO SANTORO