Han sido varias las circunstancias en las que se fueron cayendo pétalos de tu ser.
El cuerpo se fue desnudando ante adversidades.
La decisión se tomó por sorpresa; había que renacer y potenciar el interior.
Un trabajo sin límite de tiempo, porque siempre se puede subir un nivel más.
Y bajo la esencia de la flor, el perfume fue la primera vestimenta.
Tenía una cita con la vida y había que estar presente y presentable.
Un juego adulto donde la niña interior tendría relevancia.
Y las piezas se fueron juntando.
La dulzura se amigó con la ternura; el dolor se transformó en amor.
El color de su corazón, recuperó el brillo para iluminar el camino.
Años de experiencia, que han hecho la diferencia.
Vivir, es elegir constantemente.
Y la mente tenía que limpiarse y fue el baño de sabiduría quien le devolvió la pureza.
Fragilidad en algunos recuerdos, pero mucha fortaleza en el horizonte.
Tejer algo bonito, era el primer requisito.
Y tan exquisito como vivir, fue ver crecer lo que las manos estaban haciendo.
La visión se despejó y apareció el arcoíris marcando un nuevo camino.
Comenzaste a caminar bajo el ritmo de tus latidos.
No había prisa y tu rostro, se permitió una inmensa risa, de alegría, de amor, de vida.
MARIANO SANTORO