El verano ha logrado estabilizar las aguas.
Era el comienzo de una etapa que se veía, sería de mucho aprendizaje.
Las olas habían terminado de golpear lo suficiente como para saber lo que ya no se quiere.
Desnudarse ante extraños puede tener demasiados significados.
Pero la sinceridad, es nuestra mayor fortaleza.
Cuando la confianza se desploma, ya no tiene ganas de construir por gusto de los demás.
Es fácil hacer daño ante la vulnerabilidad.
Pero la perseverancia y la fe, tienen mayor poder.
Los ciegos no lo ven enseguida y luego, obviamente que será tarde.
En la afianza de la personalidad, tenemos que ir limando y diseñando quién queremos ser.
El paisaje, está próximo a cambiar.
Un reencuentro con algo que ha sabido dar satisfacciones y alegrías.
La energía extremadamente necesaria que viene para limpiar de raíz.
Allá lejos, dejamos las montañas de problemas, porque la fe traerá soluciones.
La vestimenta adecuada, es la esencia.
Salir con todo lo que edificamos y entrar en nuestro interior.
Observar en derredor y correr sólo hacia nuestras metas.
Pero no hay apuro, porque es el momento de la serenidad.
Relajarse y que la sabiduría del mar, sea mi guía.
MARIANO SANTORO