Está amaneciendo y aunque mi mirada esté contemplando el maravilloso nacimiento diario del sol; tú no estás.
Alguna vez he despertado a tu lado y con mi abrazo pude cubrirte del frío. Te estaba protegiendo.
He abierto los ojos más de una vez en la noche, tan solo para verte. Tanta dulzura, tanta tranquilidad que en la vida quizás no tengas. Tanto amor para dar y mucho más el que deseás recibir.
Cada amanecer es soñar. Cada iluminación nos transforma y nos dibuja un mundo de posibilidades distintas.
Escenografías de Dios que mutan y nos hacen sentir felices.
No existe un planeta más hermoso que el vernos a los 2 tomados de la mano y sonrientes.
Pero hoy no estás.
Mis lagrimales se han congelado. Tengo ganas de dejar caer alguna gota y maldigo no sé a quién. El culpable, es un enemigo invisible. Te he despedido y algo en mí sabía que era un día clave.
Daría mucho de mí por poder repetir infinitamente ese día.
Te besaría tantas veces hasta que mi boca se seque, porque sé que vos te encargarías de darme el agua necesaria para vivir. No es fácil acostumbrarse a vivir sin vos.
Todo fue muy corto y en mi alma fue mayor la cantidad, porque la calidad era la mejor. La excelencia de verte.
La ansiedad de estar de nuevo a tu lado. De reírnos, de bailar desnudos, de dejarnos llevar y ser nosotros, sin prejuicios, sin cuerpos perfectos. La perfección era mi amor por vos. Y había defectos, porque en cada uno de ellos, estaba el deseo de mejorar, de modificar con tal de ser felices.
Quise mucho más de lo que tuve. Quiero más amaneceres; tanto, como las ganas de verte otra vez.
Cada día miro a mi alrededor para ver si estás. Aún hay mucho de vos en mí. No me hace bien, porque cada pensamiento es como una lluvia de negatividad, de freno a poder seguir.
No quiero ver llover, no quiero nada que nuble mi vista. Quiero despejar mis ojos. Quiero mirar otros ojos y no verte.
No te tengo y esa es la realidad y si alguien me concedería un deseo, pediría vivir en mi sueño, porque ahí estás de la manera que quiero recordarte.
Trataré de dormir unas horas y ojalá te aparezcas entre mis sábanas.
Lo imposible es dejar de soñar, porque lo que la realidad me muestra en el presente y con tu ausencia, no me sirve.
Jamás te irás de mis pensamientos y siempre tendrás un lugar reservado en mi corazón.
MARIANO SANTORO