miércoles, 6 de enero de 2010

La posibilidad de ver

Todos los que cada día luchamos por algo mejor, tenemos una especie de visión especial.
La visión de la fe. De que se puede estar mejor.
Día a día nos enfrentamos con situaciones que no estamos preparados y que nuestro cuerpo e incluso nuestra cabeza, no sabe cómo manejar. Nos descolocan. Nos sacan de toda lógica.
Pero hay que tratar de apartar lo negativo ya que esa energía, nos transforma en seres que no queremos ser.
Más allá de un clima, tenemos por delante una cantidad enorme de cosas que nos pueden enriquecer el alma.
Ver crecer a algún niño y más si es propio.
Ver a los animales como juegan y pasean y se divierten.
Ver y conocer gente nueva en la cual pasamos hermosos momentos y compartimos mucho más que gustos y pensamientos afines.
Darnos cuenta que en trabajo nos valoran.
Ver a nuestros padres alegres y saber que podemos confiar en ellos.
Ver y saber que nuestros amigos han logrado lo que tanto anhelaban.
Hay mucho por delante si nos permitimos y nos damos la oportunidad de ver.
Tenemos los colores para diferenciar lo que nos agrada y lo que debemos sacar de nuestra vida.
Tenemos tanto por delante que a veces no se entiende porqué nos sentimos mal.
Es lógico, hay sueños que no se cumplen.
Hay proyectos que quedan estancados.
Hay amores que no llegan a concretarse.
Pero eso no puede impedirnos ser felices.
Siempre hay más si le ponemos ganas.
Siempre habrá más si vamos con ganas de apostar todo y dar lo mejor de nosotros.
Ver con los ojos, lo que nuestro corazón desea ver.
Mirar dentro de las personas lo buenas que son.
Darle la espalda a lo que nos enceguece. A lo que nos nubla la vista.
Desviar la mirada cuando vemos tanta injusticia y así no llenarnos de rencor.
Siempre habrá momentos que nos afecten, todos los días pasan desgracias y está en nosotros tener la sabiduría de sobrellevar esas mochilas y esos golpes que la vida se encarga de probarnos cada día.
Miremos, ya que tenemos visión.
Y te aseguro que cuando nos ponemos a disfrutar y nos olvidamos por un rato de lo mucho que sufrimos, sentiremos un gran alivio y una enorme sonrisa se instalará en nuestro rostro y una hermosa sensación de relajación, nos hará bien. Tanto bien, que desearemos estar con gente a cual contagiar esa energía tan linda. La de ser felices.
MARIANO SANTORO