Los secretos son necesarios y todo el mundo tiene algunos, pero cuando se trata de parejas, es un tema muy delicado.
Hay 2 clases de secretos: los propios y los ajenos.
Los propios son esos que nos permanecen y que nosotros tratamos de ocultar para no perjudicar a nuestra pareja.
Cuando cabe la posibilidad de celos o de alguna pelea, es conveniente ocultarlos.
Si uno siente que hizo algo no debido y tiene lo que se conoce como sentimiento de culpa, es mejor contar todo, más allá de lo que pueda venir, aunque esto incluya el final de una relación.
La confianza en la pareja es la base de todo y no tendría que existir nada que se oculte.
Pero ya que los humanos no somos perfectos, todo puede ser problemático.
Ejemplos hay miles, tan solo nombrar algunos como que encuentren un mensaje de alguien que ha pasado por nuestra vida; algún teléfono desconocido; el no poder responder cuando uno llega unas cuantas horas más tarde de lo habitual; olores y perfumes que no son nuestros; llegando al nivel de cuando nos preguntan, empezamos a dudar y a tratar de inventar algo para no quedar mal parados.
Todos somos pecadores y si contamos el pecado, nos tenemos que aguantar la penitencia.
Por otro lado están los secretos ajenos; esos que son de gente cercana a la pareja y luego de un momento de intimidad, ya que muchas veces ahí se arman las charlas más interesantes y profundas, uno cuenta secretos muy fuertes.
Es como esos casos que se saben aunque uno no los relacione con nosotros, algo así como un señor común o empresario, que contrata un servicio profesional y siente esa necesidad de contar cosas, de hablar y muchas veces cuenta secretos tan fuertes que pueden llegar a ser secretos de estado, temas importantes y uno cree que al ser alguien que jamás veremos de nuevo, o tal vez sí, no nos harán daño al tener ese poder entre sus manos.
Los secretos son poder que cedemos al otro.
La maldad está alrededor siempre y todo sirve para la venganza.
Ambos, son algo muy negativo y si podemos, debemos alejarnos lo máximo posible.
Cuando estemos con nuestra pareja, intentemos compartir todo lo que podamos.
Y que si llegan a salir a la luz algunos secretos, que ellos mismos sean los protagonistas ya que cuando hay confianza y amor, vale todo y todo lo que suceda entre ambos, debe quedar entre los 2.
Cuando estemos a punto de hacer algo que nos puede dañar o puede hacerle mal a nuestra pareja, pensemos antes las consecuencias que puedan venir.
En las cosas que creemos que pueden ser pequeñeces, puede estar involucrado el final de una relación.
MARIANO SANTORO
Hay 2 clases de secretos: los propios y los ajenos.
Los propios son esos que nos permanecen y que nosotros tratamos de ocultar para no perjudicar a nuestra pareja.
Cuando cabe la posibilidad de celos o de alguna pelea, es conveniente ocultarlos.
Si uno siente que hizo algo no debido y tiene lo que se conoce como sentimiento de culpa, es mejor contar todo, más allá de lo que pueda venir, aunque esto incluya el final de una relación.
La confianza en la pareja es la base de todo y no tendría que existir nada que se oculte.
Pero ya que los humanos no somos perfectos, todo puede ser problemático.
Ejemplos hay miles, tan solo nombrar algunos como que encuentren un mensaje de alguien que ha pasado por nuestra vida; algún teléfono desconocido; el no poder responder cuando uno llega unas cuantas horas más tarde de lo habitual; olores y perfumes que no son nuestros; llegando al nivel de cuando nos preguntan, empezamos a dudar y a tratar de inventar algo para no quedar mal parados.
Todos somos pecadores y si contamos el pecado, nos tenemos que aguantar la penitencia.
Por otro lado están los secretos ajenos; esos que son de gente cercana a la pareja y luego de un momento de intimidad, ya que muchas veces ahí se arman las charlas más interesantes y profundas, uno cuenta secretos muy fuertes.
Es como esos casos que se saben aunque uno no los relacione con nosotros, algo así como un señor común o empresario, que contrata un servicio profesional y siente esa necesidad de contar cosas, de hablar y muchas veces cuenta secretos tan fuertes que pueden llegar a ser secretos de estado, temas importantes y uno cree que al ser alguien que jamás veremos de nuevo, o tal vez sí, no nos harán daño al tener ese poder entre sus manos.
Los secretos son poder que cedemos al otro.
La maldad está alrededor siempre y todo sirve para la venganza.
Ambos, son algo muy negativo y si podemos, debemos alejarnos lo máximo posible.
Cuando estemos con nuestra pareja, intentemos compartir todo lo que podamos.
Y que si llegan a salir a la luz algunos secretos, que ellos mismos sean los protagonistas ya que cuando hay confianza y amor, vale todo y todo lo que suceda entre ambos, debe quedar entre los 2.
Cuando estemos a punto de hacer algo que nos puede dañar o puede hacerle mal a nuestra pareja, pensemos antes las consecuencias que puedan venir.
En las cosas que creemos que pueden ser pequeñeces, puede estar involucrado el final de una relación.
MARIANO SANTORO